Veinte sonetos y un cantar


INDICE

   Abrevar en la tarde

   Amigable canto

   Lo que presiento

   Tierra silenciosa

   Entre palmas y cantos

   Los témpanos preciados

   En la intemperie

   Los senderos del sol

   He sabido entonar

   Cantares de alegría

   La sed ferviente

   La cosecha de Dios

   Oscura senda

   Llamado

   La voz del silencio

   En mis ojos

   Infante y majestuoso

   En el vientre del Espíritu

   Infancia espiritual

   Creciente amor

   Canto de la fecunda muerte

Abrevar en la tarde


Busco ser una luz con mi tonada
y abrevar en la tarde de mi sueño
donde vive quien canta y es mi dueño
anhelando dar fuego a mi posada

he sufrido en la trágica emboscada
y fue largo el camino de mi empeño
por lograr empalmar mi frágil leño
con la zarza que alumbra mi velada

yo quisiera Señor saber tu día
y volar en los aires de tu cielo
descansando en tu paz que tanto ansía

mi pobre corazón que en su desvelo
recorre con amor aquella vía
que me lleve a gozar ya sin más velo


 
 
   
   

Amigable canto


Vive el Señor en la naciente hora
que me dispensa su misterio puro
donde seduce mi pisar seguro
para volcarme a recitar sonora

la melodía de mi voz canora
donde ella entona el recital maduro
por desterrar el horizonte impuro
y contemplar lo que mi ser implora

de aquel secreto que invadió mi cena
cuando en coloquios escuché al amigo
que me obsequiara su bendito manto

él me cubrió para entonar mi quena
como respuesta que le da mi abrigo
a quien me ofrece su amigable canto


 
 
   
   

Lo que presiento


Es el tiempo feliz que me libera
y el espacio en que ríe la esperanza
el jardín de los pétalos en danza
por brindar lucernarios en la espera

sé que el amanecer de la pradera
entona villancicos cuando avanza
el trigal aguardando la bonanza
de servir al desnudo en su litera

veo los manantiales ofrecidos
por canales que surgen de la fuente
y alimentan los dones prometidos

a quien busca la vida de esa fuente
anclando entre los montes florecidos
para luego gozar lo que presiente


 
 
   
   

Tierra silenciosa


Fui sembrado en la tierra silenciosa
que buscara ser fértil en sus mieses
desechando pedradas y reveses
por verter de mi pecho aquella glosa

que pudiera gestar la bella rosa
que en mis horas proclama con sus preces
la mística riqueza de las mieses
y engalana vergeles de mi choza

he volado los aires que han surgido
de vientos impetuosos que han talado
los montes y la selva en su vagido

y la rosa se guarda en su vallado
aspirando esa paz que hayan bebido
sus racimos en tiempo amamantado


 
 
   
   

Entre palmas y cantos


Ingresaste en las calles de tu vida
y fuiste proclamado en tu realeza
entre palmas y cantos donde expresa
tu pueblo tu presencia inmerecida

eres rey y el mesías que convida
a creer en tu Verbo y su grandeza
y a vivir de tu gloria su pureza
cuando labran los hombres tu partida

oh bendito Señor que descansaste
en el duro jergón de una agonía
donde el mísero afán golpeó tu suerte

y extraño, oscuro rey me rescataste
de la cruda maldad con que mentía
quien tejió en la traición tu propia muerte


 
 
   
   

Los témpanos preciados


Caminé entre los copos de aquel frío
que creara los témpanos preciados
y he bregado nutriendo aquellos prados
que celebran el arte de su brío

he podido beber en aquel río
que entregara sus aguas en sus vados
y bañara el jardín que anticipado
expusiera claveles del estío

la belleza y fragancia de las flores
les permite vivir en lontananza
y amenizan la tierra y sus labores

entonando en la voz de la templanza
la rica variedad de los fulgores
fruto cierto del hombre y su labranza


 
 
   
   

En la intemperie


Veo tus ojos mi Señor que clamas
en la intemperie por guiar mi vida
que se apacigua cuando en tu bebida
comió el manjar que cobijó tus llamas

oigo tus pasos porque mucho amas
y han conquistado lo que mi alma cuida
que es el deseo de que tu venida
pueda colmar lo que en amor reclamas

oigo correr en la celeste esfera
aires de paz que mi jardín regaron
hasta aparcar donde mi tiempo viera

aquellas horas que en ardor surcaron
aquellos días que en su voz postrera
amanecieron cuando se inmolaron


 
 
   
   

Los senderos del sol


Viviré en la fragancia de tu casa
contemplando grandezas en tu seno
y alabando tu amor en el estreno
de la gloria vivida en propia brasa

es pequeña Señor esa argamasa
de mi vida buscando lo sereno
e intenta recoger en tu terreno
ese pan, sabia harina de tu masa

sólo el Padre conoce en su sapiencia
los senderos del sol que no se apaga
y la estrella que busca ser lucero

de la noche que oscura en su inocencia
escucha al ruiseñor que no rezaga
al hijo que reposa en su velero


 
 
   
   

He sabido entonar


Conocí los caudales de mi río
derivando entre piedras y quebradas
regalando sus aguas orquestadas
de murmullos y paz en el estío

y he querido vivir cuanto yo ansío
navegando el canal que en sus aguadas
me permite sortear apaciguadas
las aristas que acampan con su brío

he sabido entonar a las estrellas
un concierto de cánticos celestes
que proclama secretos de algún día

y he bebido también sus luces bellas
en medio de montículos agrestes
que añoran la alborada de aquel día


 
 
   
   

Cantares de alegría


Será el Reino el jardín del que es pequeño
y vive en esa paz de la confianza
añorando el tesoro que no cansa
en la voz de su Padre y en su sueño

el Señor por su fuego hizo aquel leño
que alimenta sus lenguas en la danza
y el infante se goza y no descansa
cuando puede ser luz para su dueño

oh gloriosa grandeza la del niño
que cobija el amor que ha recibido
y se explaya en cantares de alegría

pues conoce la fuerza de su aliño
y anuncia aquel manjar que ha preferido
cuando pudo engendrar lo que nacía


 
 
   
   

La sed ferviente


Fue aquella sed ferviente de su hora
instrumento que salva y nos redime
esa cruz que el mesías cuando gime
su dolor nos donara cuando implora

el humilde mortal porque deplora
la traición cuya culpa no lo exime
de la angustia al malvado cuando oprime
la alforja del amor que sangra y llora

salvífico madero que me guardas
en el hondo sendero de tu llaga
el fruto de una lanza vengativa

que me lleva a vivir porque resguardas
al hombre que en la senda de su plaga
proclama estar salvado en tu honda herida



 
 
   
   

La cosecha de Dios


Vi que la tarde en mi jardín dormía
aquietando el fragor de la jornada
y envuelta en la oración aquilatada
a descansar en su jergón venía

soñando estaba y en el sueño ardía
por vivir con su próxima balada
en un halo de paz que allí postrada
conquistó la belleza de otro día

yo no pude beber su pensamiento
ni quise derribar su fantasía
cuando quiso llorar y en su lamento

su vida con amor se estremecía
su riqueza advirtió su firmamento
y durmió para ver lo que quería


 
 
   
   

Oscura senda


Entre cardos y oscuros pedregales
ignorando el jergón que me descansa
voy rumiando mis horas cuando avanza
el frío en los temibles matorrales

y soñando senderos y frutales
yo rehúyo sufrir aquella lanza
que provoca una herida y con su danza
me lleva a padecer horas mortales

es mi tierra el almácigo que duro
acapara cimientes que en su seno
arrecian conmoviendo al ángel puro

que arropa con amor al hombre bueno
borrando de su ser lo que es impuro
y ofreciendo el ardor del nazareno


 
 
   
   

Llamado


Reclama el ruiseñor en mi fontana
escuchar los arpegios de su boca
admirando el ardor que allí provoca
cual badajo que busca la mañana

la música en su canto se desgrana
su mística inocencia me convoca
y su vuelo feliz al que se aboca
me ofrece aquel amor que siempre sana

la canción matutina me devela
un misterio en los aires sobrehumano
y un tesoro de vida en mi existencia

toda senda es feliz cuando revela
al autor de su llama soberano
que me llama a elevarme hasta su cielo


 
 
   
   

La voz del silencio



Con la voz del silencio se ha callado
el tedioso murmullo de la casa
que no admite escuchar y me rebasa
sin que pueda acopiar lo que he buscado

el silencio es palabra que ha cerrado
con su fuerza ese viento donde pasa
el duro torbellino que traspasa
la piel de quien perdura en su cayado

glorioso el caminar de quien espera
para luego vivir alimentado
por el verbo que clama por la vida

donde teje el mortal su propia cera
imagen del autor que lo ha creado
e invita a reclinarse en su medida


 
 
   
   

En mis ojos


Pude en mis ojos envolver la vida
que se me diera para crecimiento
de aquella gracia que engendró el tormento
del Hijo manso que sanó mi herida

pude en mis ojos desde aquella herida
dar luz al alma y su arrepentimiento
despertar fuerzas y sutil aliento
como respuesta que exigió mi vida

Dios es camino y la verdad que pura
nos da su sangre para aquel sustento
que he de comer en la presente historia

porque él pretende que mi voz madura
entone salmos que en mi pensamiento
aguarde el triunfo que anunció su gloria



 
 
   
   

Infante y majestuoso


No pude recitar en mi poema
la clara densidad que regalada
recibo del que anuncia en su alborada
la verdad y el amor que está en su gema

cuando sé que me entrega su diadema
y es feliz por saber que yo en mi nada
recibo la piedad que fue encarnada
en el niño que alumbra mi poema

oh pequeño que infante y majestuoso
acompañas la senda entrecortada
y enciendes en la noche luminarias

que son rayos del sol que esplendoroso
nos ofreces tu lumbre y tu mirada
en la voz de sublimes lucernarias


 
 
   
   

En el vientre del Espíritu


Oigo cantos que anuncian en el cielo
maravillas de luz y melodías
que proclaman las glorias del mesías
que vino a sepultar nuestro desvelo

y nos da la esperanza en este suelo
de vivir en la cumbre de los días
añorando encontrar las horas pías
que iluminen el rostro de mi anhelo

en festiva morada construida
por el rey que a los hijos les promete
el descanso la paz y eterno gozo

porque es Padre y amigo que me abriga
y proclama aquel Verbo que somete
a su Amor los anuncios del esposo

Es el alba y la noche que se labra
en el viento imperioso del Espíritu


 
 
   
   

Infancia espiritual


Aguardo aquel vergel que en su belleza
derrama la fragancia de sus flores
invitando a beber de sus primores
y a vivir en la paz que allí se reza

sin sufrir aguijones de rudeza
ni vivir en la angustia y los temblores
porque el sol acapara los temores
y concede la voz en su destreza

sólo puede querer su propio día
quien descubre destellos que proclaman
la grandeza del hombre cuando es niño

que acompaña con tierna melodía
el amor que contempla cuando claman
los humildes que siembran desde el niño


 
 
   
   

Creciente amor


Vive el ángel que arropa mi desvelo
canta el ave plañendo su vagido
busca el hombre su tiempo que ha gemido
para luego colmar todo su anhelo

siembra el surco la mano en fértil suelo
derramando esperanzas de aquel nido
que ha soñado encontrar quien fuera herido
y añora renovar su nuevo celo

la pobreza que emerge en cada vida
es llamada a existir en el deseo
de vivir en la muerte que aparece

cuando corre el guardián en su partida
cobijando el dolor y su aleteo
transforma aquel amor que vive y crece


 
 
   
   

Canto de la fecunda muerte


Siento en la brisa paladear mis ansias
de aquella paz que me reserva el día
cuando en destellos su vigor expresan
y me conquistan por el sol que abriga
es nueva historia la de la jornada
que nace y muere cuando se fatigan
en sus labores quienes se inclinaron
a contemplar el manantial de espigas
fruto del brazo que surcó la tierra
y la esperanza que en el suelo ardía
viven semillas que sufrieron ráfagas
cuando murieron para dar la vida