INDICE

Los odres


Voy hacia los umbrales de la historia
divisando jazmines en la costa
y seráficos odres que me aguardan
para darles mi paz en la palabra
he seguido las huellas que en el mar
han anclado aguardando alguna brisa
que en sus ansias buscara surcar vientos
en la palma segura de esas huellas
para luego seguirlas y en su senda
caminar jubiloso hasta su puerto


   
 
1
 

Mirarme en tu mirada


Hoy quisiera Señor mirar tus ojos
divisando la paz de tus entrañas
descubriendo los aires de tu amor
y bebiendo en mi sed el agua clara
yo quisiera Señor que el tiempo mío
se acercara veloz a tu barcaza
y por fin enjugar mis propias lágrimas
en el canto que es brisa de alborada
yo quisiera Señor estar contigo
contemplarte en eterna llamarada
y mirarme al espejo en tu misterio
descubriendo la luz de tu mirada
hoy te alabo mi Dios humildemente
y me guardo en los lazos de tu casa
te recibo en el alma que te busca
y mis manos proclaman tu esperanza
musitando versículos, cantares
que hoy la gloria en preludios me regala


   
 
2
 

En el silencio de la noche


En el crepúsculo que nace
cuando la noche se avecina con su sombra
y en un silencio providente
sé que el misterio se aproxima entre magnolias
vibra el guardián de mi existencia
y arde en capullos el rosal que dio su rosa
enardecida en sus espejos
y refugiando la orfandad de quien se aloja
junto a las ramas de su planta
como bebiendo de su néctar en su alcoba
siento las voces del jilguero
junto al zorzal y al cardenal y a la paloma
que en una fiesta de su estirpe
desvanecieron los momentos de zozobra

viene la patria que inefable
ha de llegar tras el exilio y nos exhorta
con sus portales entreabiertos
para allegar al esplendor que está en la joya
que no es posible al ojo humano
en el destierro asir la gloria y la corona
que aguarda al hombre si ha vivido
en la esperanza la certeza que ya aflora


   
 
3
 

El parto de la tierra


Anuncian cruentas ráfagas
los estertores del planeta moribundo
en nubarrones que develan
horas impías que entretejen un abismo
es la agonía de este tiempo
que presuroso se aproxima hacia la siega
donde aquel trigo reluciente
será librado de cizañas que enceguecen
oigo el anuncio de aquel sol
que se prepara con sus rayos deslumbrantes
y me restauro en la esperanza
de disponer el campo virgen en la hora
de sembrar voces en el surco
que se encaminan a entonar nuevos arpegios

la madre tierra en sus dolores
aguarda el día de su parto libertario

sé que en la gloria de ese tiempo
podré beber del manantial que se aproxima


   
 
4
 

La senda


Camino por los valles y colinas
y emerge aquel recuerdo en la distancia
cuando lejos del aire de mi sueño
añoro contemplar ecos del alba
yo no puedo cantar si no me escuchan
ni puedo recitar lo que se opaca
pero puedo clamar a las estrellas
en la noche que nutre mi jornada
intentar que en el hombre su destino
descubra la semilla acrisolada
encuentre la pasión por dar su vida
y alimente su sueño en su velada
la vida nos regala la belleza
de trepar a los árboles del alma
y emigrar en las aguas mansamente
cavilando manjares que socavan
y entonando aquel himno de alegría
por haber descubierto en la nostalgia
el deseo de ver mi propia senda
solidaria y feliz hacia la casa


   
 
5
 

Gratitud


Yo te agradezco en mi sendero
porque has venido hasta mi choza con tu gracia
y has regalado mi existencia
con esa luz y esa verdad que hay en tu casa
en esa entrega de mi vida
he descubierto en tu piedad cuanto me amas
en cada paso recorrido
puedo beber el recital que me preparas
sé que tu don es infinito
y no se cierra en pequeñeces que me dañan
yo soy la nada que elegiste
para volcar en mi pobreza tu balada
y engrandecer mi pequeñez
cuando por hijo me elegiste en mi posada
yo te agradezco tu amor santo
tu compasión y tu paciencia en mis pisadas
todo es nacido entre tus manos
nada es oscuro porque nace en esa fragua
donde me ofreces cada día
tu amanecer y horas de paz en tu mirada


   
 
6
 

Ardor de gloria


Camino sendas que encendieron brisas
entre amicales y fervientes voces
y allí descubro el arsenal de vida
que se apacienta con ardor de gloria
porque ha querido toda confidencia
enhebrar almas que nacieron juntas
en esos ríos de profundas aguas
y en el entorno del jardín que busca
entretejer en su fragancia libre
seres que añoran en su canto débil
aquel vigor que la amistad reflora
y aquel amor que en comunión persiguen

camino sendas que en su andar tan bello
amparan horas que aparecen íntimas
donde alguien dice su palabra oculta
y su alter sabe descifrar su aliento

llego descalzo hasta la sombra mansa
que ha de albergar el singular recuerdo
que allí contemplo con frugal hondura
y me reviste con su sangre ciega


   
 
7
 

La faz de los vientos


Vi que los vientos ondulaban
y era fuego su faz y arrolladores
ciclónicos corceles de los aires
y temibles lanceros que no duermen
irrumpiendo en regazos de bonanza
y crujiendo en las velas de algún barco
capaces de arrollar altos cipreses
y anudar con su fuerza hasta los mares
vigorosa la vida que allí esparcen
confundiendo el trigal con la cizaña
y aclaman con gemidos de naufragio
anunciando el ocaso que se acerca


   
 
8
 

Mi verdad


Sé que el candor de la mirada
me habla en el niño de las voces de mi padre
en la inocencia que gratuita
fue regalada en los umbrales de este valle
veo en el rostro venturoso
de cada niño aquel amor que ardió en la sangre
del hijo manso que muriera
al redimir con su silencio en sus altares
al hijo pródigo en su vértigo
al revelarle que el amor tiene su llave
en la humildad de la pureza
y en la piedad con que el Señor cobija el hambre

creo Señor en tu misterio
compasión pura en el camino que se abre
y nos invita a transitar
huellas que muestran la posada y sus portales
eres orfebre que cincelas
fuegos que arden en la hoguera de mi tarde
eres sublime viñador
que me reviste con los lienzos de su traje
y tu visita en mi recinto
la libertad para habitar en mi hospedaje
con el deseo inconfundible

 
9
 


de hallar amor hasta en la sima de mi viaje

todo será divina luz
y en ti me aguarda el vencedor de los combates


   
 
10
 

El cuenco


Veloces se encaminan a mi senda
peregrinos que invocan su plegaria
huyentes de la noche y su guarida
por hallar el oasis que amanece
caprichos de la tierra los escollos
hundidos en el suelo y sus espinas
que busco trasponer sobre su cresta
y enmudecen al verse sometidos
las grietas de su piel imperceptibles
trampas que en mi pradera se escondieron
y aprisionan los pies del que camina
hundiendo la esperanza ensimismada
la senda que deriva corre siempre
en la estepa entre cardos y lagunas
con la fuerza del alma que en sus ojos
cobija el horizonte que avizora
y vuela con su vértigo indecible
hasta alcanzar el cuenco de su norte


   
 
11
 

Para habitar la cumbre


Descubro el firmamento
y contemplo matices de la tarde...

he surcado los montes
y surgen victoriosos los arbustos

recorrí mi camino
en estrecho sendero que me ofrece
la visión de la tierra
y el magnífico sol que no encandila
escuché mis espacios
luchando con pesada reciedumbre
modulé mis arpegios
por brindar a la música su tono
que ha querido nacer
a la vida que nace de la vida
y he podido absorber
el frutal que apetece mi garganta
yo sé de las bandurrias
que migraron por fuerza de su vuelo...

pero se que en los montes
la gaviota y el cóndor
se abismaron

 
12
 


para habitar la cumbre
cuando nadie pudiera apoderarla


   
 
13
 

Los falsos dioses


Surcan la tierra fragorosos vientos
clara respuesta a la altivez del hombre
que ha degradado su jardín nativo
al convertir su singular belleza
en aquel pasto que las fieras buscan
para morder y socavar su fibra
son dioses falsos los que el hombre crea
y en la natura se estremece el alma
porque no sirve a quien se sirve de ella
para endiosarse en su pequeña historia
rugen tormentas y verán ciclones
esas estrellas que en vergel se muestran
y han desechado a quien veloz destruye
tanta pureza que nació en la fuente

nuestro sol brilla con excelsos rayos
y abriga al hombre en su feroz batalla


   
 
14
 

La danza del ruiseñor


Vive quien canta su belleza oculta
en la vertiente que libando nutre
y en la temprana y simple luz del alba
como en la tarde que encendió su ocaso
vive quien canta su pureza regia
en el sendero que alumbró el lucero
en los fogones que lucieron ráfagas
y en torbellinos de una chispa ciega
vive quien canta la versión profunda
que está encerrada en el poema denso
de aquellas flores del jardín que exhalan
las alegrías que conquistan voces

hoy yo releo en el copioso libro
que fuera escrito en la naturaleza
antiguos salmos que la gloria entonan
de quien despliega su poder sin pausa
al recrear y concebir su diestra
alimentando lo que siempre exulta
hasta dar vida con su propia suerte
al contemplar al ruiseñor que danza


   
 
15
 

La voz callada


Escucho danzas que nacieron puras
enardecidas por aquellas notas
que el ruiseñor se dispusiera a darnos
cual ese bálsamo que arrojó en la historia
para inundar con el sublime cántico
aquellos aires que encendiera el alba
cuando la noche le dejó su hálito
y el astro pudo navegar su vuelo
lejana estirpe de la voz callada
que nace en horas que prodiga el cielo
invita a ver en el ocaso adusto
las maravillas que en lo alto surgen
cuando el pastor estremeció al rebaño
con la presencia que impulsó su norte
y alimentó las arideces graves
con el murmullo que surgió en los salmos

oigo la sed que me atraviesa el alma
por esa paz que prometió la hoguera
cuando su fuego consumió mi tiempo
y su ceniza traspasó mi cirio


   
 
16
 

Los sueños de mi nave



Ansío conquistar en el desierto
anuncios que proclamen la victoria
infinitos pimpollos cuya rosa
velara entre los sueños de mi nave
yo no sé perfumar el aire agreste
y elevar sin la flor el firmamento
pero sé que esa flor tiene fragancia
y es ornato del tiempo en que se gesta
y acudiendo al rosal en pleno invierno
sostengo la esperanza de sus pétalos
que algún día verán el sol naciente
y serán la liturgia de mi choza
donde claman humildes las paredes
por sorber aquel néctar que se entrega
a quien busca en la hora vespertina
o sumerge su faz en la alborada


   
 
17
 

Tras la visión


Corro emulando la visión nocturna
sembrando flores con mi pensamiento
y oyendo voces que portaron ráfagas
de vientos nuevos en gentil promesa
crujen la selva los enhiestos bosques
que se interrogan en audaz postura
sobre su origen y su transparencia
en pos de un arca que navega el cierzo
la paz, el fruto del andar valiente
muchos esfuerzos requirió su alianza
hasta abatir el pajonal que cae
bajo cuchillas que semejan rocas
y enarbolar un manantial de fuego
prontos a dar un sembradío cálido
donde sumerge su pesar el hambre


   
 
18
 

La hoguera de sus cántaros


Añoro aquel portal que me reclama
por volar hasta el seno de mis días
que no son laberintos imposibles
ni permiten ahogar mis esperanzas
son los días nacidos en el día
que sin tiempo es caudal de tanto tiempo
como eterno el espacio de quien crea
y fugaces las horas en su vuelo
mis ojos se detienen mansamente
por otear la belleza en otra esfera
que envía sus destellos que redimen
regalando la hoguera de sus cántaros


   
 
19
 

Humilde estrofa


Canto Señor en tu salmodia
que me descansa en la vertiente de sus letras
porque proclaman trascendente
la omnipotencia de tu ser que allí me enseña
oigo el murmullo de los pájaros
que se han unido a mi canción desde su tierra
y deletreo la esperanza
que yo descubro en el amor de tu simpleza
eres el niño que ha venido
para poder hacerme grande en mi rudeza
y eres el rey que se ha postrado
como mendigo que ha sanado mi carencia
soy en humilde cancionero
aquella estrofa que en la historia tú develas
y sólo busco tu alabanza
como preludio de la gloria que reservas
a quien escucha tu palabra
que fusionó con tus amores mi existencia


   
 
20
 

Que la noche no cabe en su misterio


Percibo aquella gracia misteriosa
que nace en las entrañas de la vida
y enuncia la elocuencia que ha surgido
en quien crece en el surco de su senda
maravillas ha hecho el creador
en el alma que canta porque goza
en su seno al Señor que la ha formado
y elegido por cuenco de su estancia
y cual hijo que llega hasta su padre
él camina confiado en su mirada
que destella en su amor todo su sueño
y en purísima gloria allá en la patria
donde habrá de gozar cuando contemple
el rostro del que mora en mi deseo
que cubierto de luz y sin mancilla
brillará ante mis ojos extasiados
pues nacen de aquel sol tales fulgores
que la noche no cabe en su misterio


   
 
21
 

El Espíritu y sus llamas


He caminado en el silencio
que derrotara el estrépito y sus llamas
y he descubierto vertederos
que se iluminan cuando clamo por sus aguas
leo feliz en la intemperie
aquellos trazos donde nace mi cascada
y me cobijo en esas letras
que son la vívida experiencia de mi alma
quiero crecer en el silencio
porque en su seno he descubierto el agua clara
que me recuerda aquel mensaje
del ruiseñor que me reclina en su majada
quiero ser luz desde mi huerta
y proyectar aquel destello que me baña
a quienes buscan escondido
aquel tesoro que se esconde en toda trama
aquel andar de mi sendero
es un estado de quietud que busca y clama
donde contemplo las espigas
que se aparecen ingeniosas en mi carpa


   
 
22
 

Poema del caminante


Soy caminante de la selva
que peregrina con sandalias derruidas
y busco trémulo en mis manos
acaparar tanta belleza que se expande
menesteroso en esta tierra
voy navegando por los mares de mis sueños
y sé que el tiempo con su llama
ha de inflamar con su calor mi humilde viaje
vuelo detrás de la rapsodia
aletargado por las voces de sus notas
y jubiloso en mi recinto
preso del canto voy hurgando el pentagrama
quiero vivir hasta en la noche
cuando el cansancio se hace fuerza de mi sueño
porque la vida de mis venas
no ha de callar ante mis ojos que dormitan
quiero ser hálito de luz
y recoger aquel timón de mi esperanza
que me recibe en la intemperie
y recupera mis delicias de la tarde
soy soñador de nuevos tiempos
y he de vivir adivinando en su preludio
esa riqueza que me inquieta
aunque no escuche las trompetas en la noche

 
23
 


veo una estrella en lontananza
que sólo puede perfilarse en sus reflejos
pero en el aura de su estilo
quiero beber las maravillas que me anuncia


   
 
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