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Prólogo


Un extenso camino ha atravesado la obra poética del P. Carlos Pérez Carignano hasta llegar al cultivo del versículo contemporáneo, vale decir, al llamado verso libre, como se aprecia aquí, en Sinfonía del alma.
Habiendo partido de la serie endecasilábica (que en otro lugar, y acerca de esta lírica he denominado "protopoesía"), su pluma ha producido un considerable volumen de libros de poesía, abarcativos de diversas clases textuales.
Sin embargo, bastante lejanamente, este autor había intentado poemas en verso libre. En este sentido, y tratándose explícitamente de este género de escritura, debo mencionar un poemario suyo titulado Otoño, libro de extraño valor (digno de pensativa profundización), donde comienza su apertura a manifestarse hacia el verso sin rima. Considero a esta obra, como un antecedente de la que ahora estoy prologando.
No es mi intención afincar en un despliegue discursivo

 
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referente al nivel expresivo del lenguaje; pero como el texto es un todo, una textura (valga la redundancia), esta relación entre rima libre y versículo a la manera de cómo se escribe en la actualidad, expresa algo más, consistente en un plus que se relaciona con un cierto ángulo de expansión espiritual de la intimidad del poeta.
Tratándose de un sacerdote, dicha expansión adquiere inestimable importancia.
Ahora bien, y extendiendo nuestra mirada hacia el plano del significado, y más allá de una intención de prédica de la palabra de Dios, patente en algunos poemas (lo que la torna poesía religiosamente comprometida), este poemario ilumina en otros casos, una arista que se relaciona con la imagen visionaria, cierta ensoñación impresionista, una suerte de cantata susurrada al oído del lector, quizá como la escucha de un eco lejano cuyo decir no se descifra. Tal vez el "no sé qué" al que alude San Juan de

 
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la Cruz, Cantar de los cantares, insólitamente enclavado en el confuso mundo que nos toca vivir.
A mi entender, se trata de una poesía proyectada desde un crepúsculo, sobre un crepúsculo, remitida hacia una nocturnidad donde luces y sombras encadenan estructuras en espejo, en palimpsesto, donde la oscuridad estalla en una aurora que rige el verso, y proclama una noche esplendorosa, como quería el célebre poeta alemán Friedrich Hölderlin.
De todos modos, estos contenidos que los lectores habrán de explorar, no pueden ni quieren extraviar el canto del poema clásico renacentista (que nuestro poeta ya ha expuesto en un tipo de versículo anterior, más estructurado). Surge entonces un raro versículo que presenta una remarcable originalidad por parte de la creación del P. Carlos, que instaura otra manera de leer esta clase textual. No escribe como hoy se estila; es algo diferente y, a la vez, imbuido del tono familiar

 
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de lo que perdura. Éste es un signo de lo clásico, donde la rítmica del endecasílabo imprime, como aquí aparece, la impronta de lo inalterable. Así, descubre con voz propia, un universo donde todo avatar humano encuentra su propia huella... y su salvación. También su expresividad.
Sé que el P. Carlos duda acerca de su acierto en la escrituraria aventura del verso libre. Me parece un principio de sabiduría, porque cuanto más se sabe, más se piensa que no se sabe.
A nosotros nos resta leer, crecer, esperar...
No me cabe duda de que futuras obras de esta tesitura nos aguardan.


Ana María Rodríguez Francia
Santuario María del Rosario
Y desde el Carmelo

   
 
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Mi navío


Como nave que surca
el oleaje del mar embravecido
divisando mi puerto
en la costa cercana
añoraba las horas
de expandirme en la arena de la tarde
contemplando
la belleza del mar
el reposo del sol
y el de las horas
en la noche de estrellas
y el morir de algún día
en el crepúsculo

mi navío
va rozando la meta de su vuelo
y comienza a gustar el descanso que asoma
anhelando
encontrar la mirada de la tierra
que señale los tiempos
de soñar travesías
de amarrar el destino
y engolfada en el agua de ese azul entrañable
beber de su sendero

 
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aguardando
el último avatar de la promesa...


   
 
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En las alas del sol


En las alas del sol
y anhelando encontrar ese ropaje
que me da su vertiente
restauré mi existencia
descubriendo mi casco
en las alas del sol
enhebrando silencio y palabra que sueñan
descubriendo portales
en sinuoso sendero
pude hallar la sublime prestancia
del rosal entreabierto
del pinar murmurante
y del trigo que clama
ser harina ser pan
en las alas del sol
zarandeando recuerdos
y allegando mi cuerpo hacia sus rayos
han podido mis manos asir un refugio
que la nieve no pretende entregarme
que no aspira a donarme la tarde inesperada
y no busca ceder ningún ocaso
en las alas del sol
y embebido en aroma de purísimo nardo
encontré mi reposo

 
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en las alas del sol


   
 
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Gentil naturaleza


Gentil naturaleza que apacientas
mi avidez del rocío
el hambre de tus frutos
el sol de tus vertientes siderales
celeste creatura
tú tienes la riqueza de la cima
la sonrisa del niño
el paso aquilatado del humilde
las horas de la tarde
y su crepúsculo
cadencia que te expresa
resguardando secretos
germinando
pulverizando el desencanto
que nace en las tinieblas
y agobia a quien envuelve en su ceguera

gentil naturaleza
tú alimentas la vida
tú corres al encuentro del caído
tú lloras con mi llanto
enarbolas la brisa que me viste
rodeas el arroyo con tus vientos
señalas tu horizonte

 
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que borra con su canto mi fatiga





yo doblo mis rodillas
me poso en tu ladera
enciendo una fogata
y canto al creador una balada
lo miro ensimismado
lo contemplo tomándome a su diestra
que fuerte y generosa
plenifica la paz que en este mundo
me regala el jazmín incomparable


   
 
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Añorando el espacio


Alumbro en la paz de mi recuerdo
tantas horas lejanas
primavera gloriosa
que me anuncia los ecos de tu alo
abrigo tu memoria y tu promesa
de soleadas mañanas
en mi alero de pájaros
de maitines lucientes de alabanzas
de jardines que anuncian
que me envuelven
ramillete en sus pétalos
mi sed y mi fatiga
los esbeltos coloquios en el viento
de pacíficas tunas tan distantes
en tibios arenales
y en la luz de los mares que emergen
de su lecho profundo
sus aguas salitrosas
que anidara la fronda y su inocencia


   
 
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Yo sé que la semilla


Yo sé que la semilla
encierra la estatura de los árboles
pequeña y silenciosa no pretende
horizontes de gloria
triunfales aposentos
saludable techumbre
pues vive para darse en otra vida
entregando el refugio del sustento
ella sabe que muere en cada surco
que austero la recibe
en su lecho de tierra
sepultando su bella arquitectura
que grande y diminuta
acepta revivir en la alegría
de la espiga que nace entregando su harina
que también por su muerte
será pan del hambriento en su dolencia
renaciendo en los ojos de quien vive
por comer de su fruto
que nació en la vertiente
pretendiendo encender alguna llama


   
 
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Humilde pescador


Seducido en la arena
por la fuerza del mar
contemplando gaviotas en la altura
surcando los arpegios del día y sus contornos
que alegran con su vuelo
los ojos de quien vive su misterio
va
enriqueciéndose
en el cuenco abismado del océano
y en la estrecha barquilla
que navega sus olas
de humilde pescador que veterano
en la noche de espejos
y en la pesca profunda
desempolva las redes del salario

él aguarda un retorno
aligera su marcha
apacigua lamentos
y en espacios silentes
se atreve a conquistar esa osadía
de redes en la tierra
que padecen su hambre
e intenta sacudir

 
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la modorra que nace
en el hastío

de sequías del alma
y en la búsqueda pura
que la sombra le ofrece
donde pueda abrevar
en anzuelos
que le entreguen su pan


   
 
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No pude imaginar


No pude imaginar
la vida con su gracia y su belleza
caminando en alfombras que el otoño
tejiera con las hojas desnudas

advirtiendo

que la altura del monte se abajara
por llevarme a vivir
escalones de piedra hasta la cumbre

no pude imaginar
mi camino entre espinas y escorpiones
recorrido sin prisa
y volando en las alas del misterio

para ver allá lejos
el paisaje de flores esmaltadas
el arroyo cansino
trashumado entre rocas
y regando vergeles en la costa

no pude imaginar mi vida
con cenizas nacidas en un campo sediento

 
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incapaz por su celo





de impregnar de rocío la mañana
de arreboles que nacen
y revelen la vida verdadera

y morir dando aliento
en la sequía

no puedo imaginar mi tiempo
envuelto en tus cascadas
o en el lecho marino
resurgir de la muerte
cuando fui derribado en el abismo

y beber de la savia
que me dio la sublime diaconía
que permite servir
redimiendo

 
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no pude imaginar
los atajos que el tiempo
recorriera en mi senda
las canciones melódicas del sol
las estrellas fugaces
o el asombro
que nace con su vértigo en mi casa
cuando contemplo




el amor,

que se hundió en las raíces de mi alma
repicando en sonidos
de jardines esbeltos
en la noche estelar que yo he vivido
y la tarde transida
de sombras que amanecen


   
 
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Pátina matinal


Matinal ceñidura
el rocío que baña la alborada
juvenil recipiente de aquel día
que encendido en fulgores
y anhelando enjoyar la existencia del hombre
resistió la tormenta
trepidando sus nubes en la siembra
y albergó en su diseño
manantiales de paz que foguearon su temple
y sombreados caminos de tierra
entregaron su lecho
y brindaron descanso en la jornada
dando paso al intento
de nacer
de crecer
y dar frutos
entre cardos agrestes
en praderas que nacen en sus lirios
y en la mágica luz
de la tarde fecunda

la jornada revestida de cantares
noche contemplativa
en la posada...

 
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...




El sembrador descansa
y en la voz del silencio que no cesa
va surgiendo la vida del magnífico lino que aguarda
madurar en su cuenco
y ofrecer esa perla que emerge
de la tierra y su parto


   
 
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Alfombra de mi tierra


Alfombra de mi tierra
la belleza en la senda de mi puerto
la violeta y la rosa el jazmín y la orquídea
y aquel monte frutal que se desangra
por servir a la mesa y apagar en quien llora
el hambre agazapado en la pobreza
y reverdece en la espera
la simiente que aguarda en el silencio
y madura en el surco
y descubre que nace con su muerte


   
 
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Navegué en ancho río


Navegué en ancho río
como el ave en la cumbre de su monte
descubrí que la brisa humedecida
ignorando la costa
procuraba el ensueño
de mecerse en las horas de la tarde
contemplando remansos
imaginando vuelos
cabalgando en la cresta del oleaje

Visionario del tiempo
recogí la belleza de este río
sumergido en su lecho
comprendí la bondad que lo envolvía
recostando el cansancio
recordando futuras ilusiones
y soñando
reviví los canales que sugieren
el reposo
la escucha
contemplación del gozo
y con el agua que lleva algún secreto
navegué rumbo al puerto que me aguarda
para darme quietud

 
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y en sus brazos
relatarme la historia que yo ignoro


   
 
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Festivas madreselvas


Festivas madreselvas
perfuman con sus joyas
la tierra que clamara por sus dones

silentes en la tarde
develan la jornada en su declive
y enuncian la palabra acontecida

lucero que te muestras
como sol de la noche que amanece
ardiendo en esa cuna del ocaso

sus voces ya cansadas
entonan en los árboles
los pájaros que claman por la sombra

praderas diferentes
sin color sin reflejo de altos pétalos
envueltas en el agua
que el rocío regala en voz cansina

crepúsculo que cierras
horizontes de cielo
aguardas descansar en la penumbra

 
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...




jornada que has podido
dar la vida a sedientas oquedades
inicias tu piedad
encerrando en la noche tu destino


   
 
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Pinares escondidos



Pinares escondidos
que atraen la mirada de mis ojos ardientes
descansando en la copa
contemplando elevada su silueta
y apagando la hoguera
con su velo de sombra
y el manto de ese cielo
enmarcando los pinos que aletean
inducen con sus flechas las alturas
...
esbeltos vagabundos
que enfilan hacia el puerto trascendente
y están de pie
navegando sus vientos
aceptando en el riesgo vendavales
apagando el calor que nos abrasa
renaciendo con joviales designios
de nadar en el monte
de vivir adentrando travesías
y morir ofreciendo su resuelta vertiente


   
 
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Forestal creación


Forestal creación
la que alumbra la tierra y las piedras desnudas
germinales riquezas
que abrigas en tus sienes
aguardando la hora de su empeño
potenciales bellezas
teñidas en matices vegetales
proverbial andadura
donde emergen cosechas
donde nacen los frutos
donde viven pletóricas las mieses que se expanden

forestal creación
que alumbra la retina de mis párpados
embellece mi alma
y comparte conmigo confidente

yo te encuentro clamando
y ofreciendo las voces minerales
que en la tierra pudiste
amasar silenciosa
asimilar cantando
y brindarte a los hombres que te buscan
en piadosa oración

 
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enardecida


   
 
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De la noche y el silencio


I


Recitales del agua liberada
un coral de libérrimos acentos
un jardín con su música de nutridos acordes
sinfonía de notas sapienciales
efluvios de la noche que ofrece su silencio
contemplación del tiempo del día sin ocaso
alegóricas mieses que prometen su fuego

y el alma se recrea con su canto
sublime es el portal que la sumerge
y suspira convertida en el cuenco inexpugnable
donde viven ardores de la zarza
donde entrega su fuerza la palabra
donde está el ruiseñor enamorado

II
Aguarda en la paciencia la promesa del hijo
la respuesta sin cauce
la oblación generada en arpegios
que nacen de la arteria
la sublime visión que se prolonga

 
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la oblación que provoca la vida muriéndose a su vida
y el alma se detiene
y contempla
el manjar luminoso
que se anuncia
III



La certeza del árbol de la ciencia
que ofrece su reposo
y adorando recita
los himnos del amor emancipado
es un caudal de gracia repentina
es misterio del hombre recobrado
por alguien que se queda para siempre


   
 
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Singulares espejos


Singulares espejos en los ríos
sumergen los arbustos
pictóricos que muestran su paisaje
y torres campanarias
y castillos de piedra
y brumosa espesura del follaje
refleja el agua
las hojas amarillas del otoño
la luz enardecida de la luna
la paz que nos regala
lo absoluto en el cielo
de la noche

espejos esas aguas
donde pienso un vergel que está naciendo
donde muere la sombra de la tarde
y veloces reflejos atraviesan
el espacio nocturno

espejo en sus caudales primigenios
elabora su acervo
de riquezas ocultas
y recuerdos de flores que navegan
en el agua infinita

 
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de lagos fecundantes que han crecido


   
 
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Escondí mi tesoro


Escondí mi tesoro en tierra virgen
sumergiendo aquel cúmulo precioso
ocultando sus piedras
y en espera del tiempo que depara
entregar la sorpresa
de la joya
recompensa del hijo
que en la voz de su padre
encontrara la senda del hallazgo

cual perfume ignorado
de flores extrañísimas
el tesoro que guardo agazapado
en el aula de tierra
alimenta sencilla la esperanza
de advertir que los ojos fascinados
inmersos en la joya
resplandezcan en rayos penetrantes
y brillando pronuncien en la tarde del alba
el canto de la rosa iluminada
la danza del encuentro prematuro
las voces añorantes de un sendero
los versos de la tarde sin fronteras
la sonrisa imponderable

 
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por haber descubierto esa verdad sin tasa


   
 
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Crepúsculo que extiendes


Crepúsculo que extiendes
luminosos los rayos
culminantes del día y sus afanes
que muestras declinando en sombras
que anochecen la tarde
y en su canción silente
abriga
su esperanza de esteras en la noche
soñadora de mieses
escultora que talla enhiesta imagen
y promete nacer
prodigando visiones
en cuencas abismales del mañana

crepúsculo que muestras
en la tarde que muere
la vida que fenece porque nace
otra luz refulgente
sustentada en estrellas que palpitan
y añoranzas de vida
en bengalas fugaces y ardorosas

una fuerza se expande
en la voz de la noche y su misterio

 
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un camino aparece en la penumbra
cual faz embarazada
de tierra enriquecida
que en su parto verá la nueva aurora


   
 
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Noche de música enramada


Noche de música enramada
que me proteges
con la luz invisible del lucero
serenidad del mar
intimidad profunda
inmensidad del creador apasionado
...
camino espacios irredentos
descubro estrellas en el agua
contemplo el cielo en mi velar silente
incomparable vida que me ilumina el alma
con el rubor que asoma
de los montes

ocaso de la tierra


   
 
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Anunciación del esplendor


Se alza una presencia
en estrellas que vibran
en pimpollos que estallan
y en jazmines transidos de una luz que no cesa
y participa en la gloria enamorada
en el hombre que ríe
en la savia que bulle
en la savia que muere
y en la sangre que corre por las venas sedientas
todo anuncia en silencio
la eterna majestad de lo creado
todo canta su júbilo
en pujante esplendor que se estremece
todo anuncia la gracia
que nació de la herida irremediable
y hoy responde en la aurora
que amanece en las horas del ocaso


   
 
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Sinfonía del alma


Cual bellos rosedales
reviviendo canciones
de mi simple canoa peregrina
que en sencilla premura dibujada en el mar
compartió con estrellas inefables
la verdad increada
encendida en las voces del amor desangrado
bebí la savia pura que rescata mis cauces irredentos

he volado en el aire del espíritu
que conduce a vivir la belleza de un dios que está escondido
y encontré maravillas de su ser
redimiendo y amando y desbordante

contemplé la visión insospechada
que surcó mis oídos para hablar su figura
infinita y pequeña como la voz del ave
que en gorjeos pronuncia la página que nació en alto nido
y elevando presagia la gloria postrada en alba cima

y sólo escuché canciones
melodías del aire sinfonía sublime
un cántico final que ya me apremia
y pude ver la rosa sangrante que palpita

 
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irradiando perfume incontenible
germinando en los huecos del amor




súbita revelación
de nostalgia celeste
que impregnó con su amor la canción trinitaria

y recogí los pétalos
en caudales de brisa inmaculada
los racimos que abrigan
mi sediento misterio
y aguardo embelesado
la distancia de Dios en la senda del Hijo
mi respuesta infantil a las voces del Padre
la palabra que entona
alabanzas transidas de silencio...
...

Oh bendito Señor que me creaste
oh sublime creador que me escuchaste

 
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oh glorioso sabor el de tu vaso
preñado de tu sol


   
 
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Cuánta gloria Señor


Cuánta gloria Señor
prometiste a tus hijos
liberando su ser de esclavitudes
cuánta paz a mi vida
con la luz de tu voz y tu palabra
cuánto amor entregaste
desde el seno viviente de tu espíritu
cuánto sol derramaste en la nostalgia
de la oscura jornada anochecida
y en penumbras ardientes
que ignoraban los ecos donde hablas
escondiste secretos que me buscan
y yo busco escucharlos
y he querido gozarlos en la música
fiel de tu mirada

yo he podido desear
la divina grandeza
de tu rostro que aspira a concederme
la suprema visión
y el deseo
que contempla destellos del mañana
en humilde oración que germina
y florece

 
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y fluye
y retorna


   
 
42
 

Mi canto a la esperanza


Descubre mi esperanza
el rocío que entrega la mañana
calidez en la sombra
confianza en la tormenta
la certeza de amor que da el maestro
recogen mis pisadas en un tiempo de gracia
y un esplendor de ángeles
arriba hasta la fuente primigenia
y me pierdo en su llama
abrevo en el misterio que oculto al ojo expectante
despierta aquel secreto que atesora
el hombre en lo más íntimo
el músico en su arpegio
y el poeta en palabras que despliegan su fuego
los tramos de una historia de muérdago y resina
horizonte de paz
estallido de cánticos que triunfan
y un vergel en crepúsculo
que irrumpe
ceñidura en la margen de algún río
que aclama la belleza del dios desconocido


   
 
43
 

La portentosa luz


Si pudiera encender una llama
en la noche y su llovizna
y pudiera cantar el silencio reinante

si quisiera beber en manantiales
que florecen los montes y la verde pradera

si pudiera expresarme en la nostalgia
y revivir las horas que he soñado

el sendero es angosto
la pendiente crecida

y esa luz portentosa
y mi alabanza


   
 
44
 

Tregua de mi sendero


Descanso de la noche
la tregua que provoca mi sendero
intrépido el impulso vespertino
que se adentra
gustando los destellos
sembrados en la costa del río
transitando penumbras
serpenteando en el ripio
indagando visiones que en la noche me envuelven
arreciando canciones de la selva
y naciendo en la paz
de la oscura vertiente

cabalgando, encontré cañaverales
y soñando vi mundos de la infancia distante
abrevé con el eco de una idea
deseos de beber un agua clara del río torrentoso
añoranzas postradas por su ruego
nostalgias de una aurora en su alegría
y ese sueño que criba mi fabril existencia

despierta cuando surge el ventisquero
empinando la cuesta en su ladera
destellando en su nieve

 
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que disipa la nocturna expansión
de la sombra que vuelve aquilatada


   
 
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Cuando anochece...


El Señor que cobija mis recuerdos
conquistó su verdad
redimió su silencio

desbordó con su gracia mi penumbra
porque todo me habla
de quien supo brindarme una luz y un espejo
que
irradiando
cambió aquellos vestigios de hojarasca
y me dio una memoria inabarcable

por que pueda olvidar, cuando anochece


   
 
47
 

Atravesando el monte


Atravesando el monte
en alas de las brisas interiores
y observando la rítmica cadencia
de arbustos en su vuelo
la sombra que cobija la intemperie
la fruta que se entrega en dadivosa fragancia
en el enclave de este monte virgen
se escucha la certeza de una casa que aguarda
recibir al sediento en sus arroyos
escuchar en el viento la tierra perfumada del otoño
invitando a soñar cálidamente
inspiración profunda que sostiene al poeta
que camina en alfombra de follajes perdidos
...
Mientras, vivo la riqueza de un día que me entrega su fuego
los momentos del gozo contemplado
la espléndida expresión de un murmullo de abejas
sonoridad del canto que erigen los gorjeos
vivacidad del sol que juega con la sombra
y atardecer pausado que pronuncia
gratitud y esperanza en el reposo...


   
 
48
 

Que yo escuché el sonido


Que yo escuché el sonido
de voces impregnadas de sutiles arpegios
regresé a mis recuerdos entreabiertos
y pulsé aquellas cuerdas
con la clara certeza del anuncio
que añoraba mi pecho...

que yo inicié el camino
navegué los canales y su vértigo
y surgieron misterios insondables
los rosales se abrieron generosos
sus pétalos brotaron de la tierra madura
en un viaje por los montes andinos

un anhelo sin pausa envolviéndome
una intensa verdad
aferrando mi sangre en su delirio
y encontré la violeta prometida
advertí jubiloso la caja de mis sueños
y contemplé la vida
y contemplé la muerte
y quise redimir la pesada nostalgia
que a todo amanecía
en el brillo de la luz ahuyentando la sombra

 
49
 



y pude descifrar mis añoranzas
y resolví paciente la apertura
del cofre del tesoro
donde encontré la perla tan buscada.
...
entonces, con la gracia hecha racimo
elevando los ojos compartí la mirada
con quien sé que escuchaba mi vehemencia


   
 
50
 

Y el tiempo que oscurece...


Y el tiempo que oscurece
y me lleva a aspirar aires de asombro
y empezar a subir la profunda escalada
por que viva la luz y se apague el ocaso
y pueda lo que nunca imaginara
y sepa lo que el hombre fue incapaz de entender
un fulgor que aparece misterioso en la cumbre
donde todo florece ya maduro
donde cantan jilgueros en la noche
que muriendo a su día
recoge las columnas invencibles


   
 
51
 

Universo


En armónico cielo
reflejando el celeste de su estampa
voy rumiando las horas y añorando secretos
que gozaron impresos en la imagen sonora
descubriendo en los pétalos la vida
y en la savia del hombre
su intangible belleza

recogiendo recuerdos en la cumbre nevada
horadando el camino inexpugnable
y enfrentando la senda que regala sus huellas
no he podido apagar voces del aire
y encerrando en mis manos la pradera
que me entrega su verde y disipa el cansancio
he recibido el agua mensajera que canta
los maitines del día
los anuncios de ocaso
y el murmullo del ave solitaria soñando su paisaje...

Universo que expandes
tu infinita armonía rescatada
tú sabes entregarme la belleza sin pausa
tú vives alentando coloridas baladas
inspirando melódicos acentos

 
52
 



ingeniándote por mostrar densidades
del misterio
...

Inmensa tu hornacina
que poblada de sol y de moradas
invita a los que saben tu lenguaje
a vivir en tu seno
a entonar tu grandeza
y entender que tú naces
de la fragua de un árbol soberano


   
 
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Esa lluvia


Lluvia que desvaneces tu figura
humedeciendo campos
que germinan con gotas de tu fuente preciada

las singulares perlas de tu cuenco
jubilosas cobijan el meollo del surco
diminutas estrellas que unidas en vertientes
se deslizan y acaparan sus aguas
en praderas que beben su promesa
...

lluvia mansa cuyo riego esparcido
anuncia los frutales
que ofrecen el legado de la siembra de abril

son brotes primigenios
las lluvias que han bañado el sembradío
son pétalos que encintan a la tierra reseca
y le entregan su ímpetu
su aroma
su esplendor
y su nombre


   
 
54
 

Vestigios de la gloria


Vestigios de la gloria
destellos de tu paz en la mirada
de niños inocentes
que ofrecieron los rayos de tus ojos
tu sonrisa en sus labios
luminarias en noche taciturna
y en clamores tu amor fue señalando
el hallazgo del hombre en su refugio
vivencias en los tiempos desiguales
fervoroso cantar en tu mansión celeste
letanías que aclaman tu alabanza
escuchando mi vida
que añora confundirse con tu vida
entregando senderos

con tus pasos sedientos de mis pasos
allanaste el camino de la selva frondosa
iluminaste el tiempo llenando mi vasija
y renaciste al hombre llorando sus harapos

recorriendo sus huellas en las horas nocturnas
al abrazo del hijo te abajaste
cansado sudoroso lacerado
y encontraste la rosa que buscaban tus ojos

 
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la abarcaste en tu mano




la llevaste en tu palma
la cuidaste en los aires de voces del desierto
y gozaste el descanso
en textura de tiempo señalado
coronando la sien que te buscara
abrigando el cansancio de su estela
...

En la música viva de tu amor compasivo
en la plácida sombra de tu casa
en la noche abismada en esa sombra
una estrella nació de la espesura
y el sol se hizo visible
por la espléndida hora del encuentro


   
 
56
 

De regreso


Y renací en una carpa
postrada en la caricia de la arena
donde el tiempo aparcara su silencio
en la hora sublime del ocaso...


   
 
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