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Liminar


Descubrir que en nuestra época, en nuestra ciudad, existe un poeta cuya producción contacta con el más puro simbolismo mallarmeano, nos parece un hallazgo que merece nuestra atenta mirada.

Después de una larga búsqueda y de un no menos riguroso taller, Carlos Antonio Pérez Carignano escribe El cofre de plata. Antes, casi en los comienzos de su voluminosa obra lírica, había dado a luz, virtualmente, otro poemario de este estilo titulado Otoño.

Los rasgos de todos estos versos se despliegan a través de imágenes impresionistas, a veces con cierto recatado expresionismo, pero siempre en orden al silencio. Ese silencio del espacio en blanco del que trataba Mallarmé, suerte de contemplación retenida y tendiente hacia lo absoluto que, en este caso, por ser poesía raigalmente religiosa, podemos escribir: Absoluto.

De tesitura aristotélico tomista, pero no exenta de neoplatonismo agustiniano,

 
1
 


se trata de creación intelectual más que emocional y, como su lejano antecedente francés, siempre intentando el salto en el vacío hacia el imposible necesario, como expresara alguna vez Hugo Mujica.

De muy rara belleza, de corte clásico alternante con una muy extraña forma versicular libre o semilibre, los poemas que aquí presentamos abren ante nosotros innumerables interrogantes.

Es tarea para cada uno de los lectores descifrarlos y responderlos.


Ana María Rodríguez Francia
En San Nicolás de los Arroyos,
a los treinta días del mes de julio de 2015

   
 
2
 

El cofre de plata


Resguardé mi silencio en un cofre de plata
envolví su palabra en las alas del viento
donde vuelan hablando las respuestas que dejan
a quien reza en la noche aguardando su fuego
y viví concediendo a mis ojos que duermen
un magnánimo espacio descifrado en el sueño
donde el hombre proclama y adivina la esfera
que a su vida llegara con magnífico acierto
con antiguos recuerdos que emanaron riquezas
y su luz recrearon cuando surge el lucero
y las notas que danzan en feliz pentagrama
coloquiaron entre ellas anudando un concierto
que pletórico pudo deletrear confidencias
y escalando su música musitaron su cuenco
y en la voz de los álamos que vibró en las alturas
fue posible ese canto que entonó aquel viajero
que añorando distancias y soñando en sus versos
encontrara la perla que escribió su secreto


   
 
3
 

Suprema la belleza


Suprema la belleza de aquel monte
que engolfada entre pinos y en la nieve
recoge quien se allega hasta su tronco
por beber el descanso que él ofrece
en la cima su blanca vestidura
invita a contemplar sus propias mieses
y en la escala que lleva hacia la cumbre
renovando paisajes que aparecen
los árboles que el sol pinta en su cuerpo
prodigan de su sombra a los que quieren
encontrar en su espacio eterno oasis
revestido de brisas que amanecen
y el sendero que lleva en ese monte
a palpar la grandeza que ya emerge
guiará con su luz a quien transita
por beber rosedales que allí crecen
este monte que surge gigantesco
acapara los ojos donde llueven
emociones que en lágrimas se expresan
y horizontes que anuncian lo que beben


   
 
4
 

Y el tiempo que oscurece...


Y el tiempo que oscurece
y me lleva a aspirar aires de asombro
y empezar a subir la profunda escalada
por que viva la luz y se apague el ocaso
y pueda lo que nunca imaginara
y sepa lo que el hombre fue incapaz de entender
un fulgor que aparece misterioso en la cumbre
donde todo florece ya maduro
donde cantan jilgueros en la noche
que muriendo a su día
recoge las columnas invencibles


   
 
5
 

Las águilas


Las águilas vuelan buscando su nido
que esconden las cumbres envueltas en nieve
las ramas ocultan su tez y su altura
y anuncian que el viento ardió en sus enseres
la pura fragancia que el árbol florido
guarece en su seno y rápido enciende
alumbra los surcos sedientos de calma
y entona preciosas las voces silvestres
crisol de secretos el monte proclama
en medio del día que anuncia que muere
y en noche sin luna ni lámpara o cirio
recita el anuncio que al hombre ennoblece
yo sé que el camino mis pasos conoce
y busca llevarme en alas que mecen
mis bellos recuerdos que buscan sedientos
posar en la tierra que es plácida sede
y el hombre cansado de andar cual pionero
en medio de tiempos que han sido tan crueles
respira gozando en su voz clamorosa
que aguarda el silencio que allí lo defiende
experta la altura que vives sonriendo
hilando las glorias al sol donde creces
da riendas al alma en la entrega fecunda
de lirios y rosas... jazmines, claveles


   
 
6
 

Esa lluvia


Lluvia que desvaneces tu figura
humedeciendo campos
que germinan con gotas de tu fuente preciada

las singulares perlas de tu cuenco
jubilosas cobijan el meollo del surco
diminutas estrellas que unidas en vertientes
se deslizan y acaparan sus aguas
en praderas que beben su promesa
...
lluvia mansa cuyo riego esparcido
anuncia los frutales
que ofrecen el legado de la siembra de abril

son brotes primigenios
las lluvias que han bañado el sembradío
son pétalos que encintan a la tierra reseca
y le entregan su ímpetu
su aroma
su esplendor
y su nombre


   
 
7
 

Noche que iluminaste


Noche que iluminaste mi desvelo
en la oscura vertiente de tu braza
noche que prodigaste en tu argamasa
recónditos pasajes de mi anhelo


noche que reluciente yo develo
por la sangre estelar que te rebasa
noche que das la vida a quien te abraza
aguardando esplendores de tu velo


eres la senda simple que proclamas
secretos que en el día aletargado
sólo se introdujeron en tus llamas


eres aquella fuente que ha regado
las raíces ocultas en tus ramas
y el camino del hombre en ti postrado


   
 
8
 

Visión de la noche


He de abrevar en penumbrosa noche
que ha derramado su visión profunda
entre los hombres que se abrieron surco
para lograr embellecer la altura
de aquella noche que en su confidencia
les dio el secreto que jamás dibuja
algún mortal que en un penoso aplauso
quiere enmarcar su coloquial fisura
sólo en su sombra la jornada puede
enriquecer el manantial que busca
dejar sus gotas en la madrugada
cuando la estrella apareció en la bruma
en esa luz que recitó el poeta
esclarecer la singular ventura
de quien en rayos de su sol camina
pero en la espera de estelar figura
pudo encontrar la misteriosa perla
de aquella luz que le encendió la luna


   
 
9
 

Divagación


Puedo desentrañar melodías
que entonen ese cántico puro
y vivan su seráfico ascenso
inhalando el jardín de mi estirpe
y regalen al pobre en su lecho
sembradíos que propaguen y engendren
rosales de la tierra que llora
y jazmines que tejieron su vuelo


   
 
10
 

Tu figura


Salve apacible y virginal figura
con que apacientas al humilde siervo
con esa gracia que nació en el agua
de ese bautismo que enjoyó mi pecho
hoy venturosa la jornada vive
con manifiesto y desusado celo
la voz del Padre que pronuncia el Hijo
cuando se escucha el crepitar del viento
salgo Señor de tu morada santa
a recorrer con especial anhelo
aquellos campos que entregaron mieses
para poder enardecer mis tiempos
y oigo Señor tu celestial balada
que comunicas cuando surge el miedo
y horrorizado al enemigo expulsas
por guarecerme en la visión que sueño


   
 
11
 

Contemplación del tiempo


Acompañé la historia y ya lejana
contemplando el ocaso y cada aurora
los rayos de aquel sol que siempre arde
y senderos que emergen en su hora
pude beber el tiempo y su horizonte
enhebrando claveles que en sus coplas
invadieron la tierra en su silencio
y anunciaron la fiesta donde posan
porque siempre la flor tiene fragancia
y los ojos descansan en su aureola
y aunque cruce la noche más profunda
alimenta su luz desde su sombra

destello virginal aquel sendero
donde nace la flor y su corola
porque nunca podrá desvanecer
su color y el perfume de su copa


   
 
12
 

Eternos manantiales


Yo soñé los eternos manantiales
y en camino a la patria sin frontera
conviví con el fruto en su pradera
y albergué los retoños siderales

en la vida recorro celestiales
los recuerdos de ayer en la postrera
renacencia del hombre que a su vera
ilumina la voz de sus portales

y el alma de los hombres es la sede
que hace digna su frágil estatura
y culmina su tiempo que lo excede

para hallar esa joya que es futura
y anclar en esa gracia que precede
el triunfo de la gloria en su figura


   
 
13
 

El canto de las creaturas


Creaturas que entregan los destellos
de la fuente que baña la retina sedienta de mis ojos
creaturas que cantan lo que anida en su centro

yo quisiera beber
armoniosos arpegios
y quisiera leer en su misterio
la plácida versión de la verdad increada
la voz del pensamiento puro
la bellísima luz del Verbo desplegándose
la clara sensación del amor sumergido
en el tímido cofre
encontrar y entregar el hallazgo
en el surco labrado en el campo
de mi propia estatura
ensayar la mirada profunda
y escuchar la armonía
del badajo que clama
por abrevar en la cima de ese monte que allega...


   
 
14
 

El árbol de mi bosque


El árbol que en el bosque se despide
perpetuando su sombra en el futuro
cuando nadie contenga su follaje
y no existan recuerdos de su fruto
su raíz permanece en el silencio
y la tierra proclama el bien seguro
que naciendo del seno de la noche
volverá a cosechar en nuevo surco
su copa y los frutales que aguardaran
y reviven su tiempo ya maduro
nacidos de la fibra de aquel árbol
que muriendo encendiera lo que es puro
en las voces del nuevo nacimiento
y en la siembra que es pan que yo descubro
mientras vivo pasando como el árbol
muriendo y renaciendo en cada surco


   
 
15
 

Figuras de la sombra


Escuché de la estrella aquel sonido
iluminando noches y tinieblas
ofreciendo certeza al caminante
y alentando tapices de la esfera
se perfila en su lúcido destello
porque vive su luz con tanta fuerza
que recorre en silencio el universo
sin jamás reclamar su recompensa
lejanísimo espacio la distancia
que convive con seres de esta tierra
y también esa luz que ha decantado
en los ojos que añoran lo que esperan
y les basta mirar un astro puro
cual ventana que se abre a quien despierta
cuando saben ser luces en la noche
y figuras que en sombras se develan


   
 
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Aquella tarde


Oigo la tarde fría del invierno
descorriendo los velos de la noche
guardando en cada choza sus recuerdos
y bebiendo en el agua que se esconde
es de pura riqueza aquella tarde
porque encierra su día en ese cofre
que sumerge su cuenco entre las manos
de estrellas que en sus páginas proponen
inundar en destellos la presencia
que entonan con su voz y en sus jalones
las melódicas aves de la tierra
y el místico en la sombra de su noche
cuando escucha cantar al ruiseñor
encendido en verdades y en amores
que busca regalarse a quien lo encuentra
cuando anuda las ramas de su bosque
la tarde con la noche en el ocaso
sintonizan su vida en el soporte
de la esfera estelar que los recibe
cobijando aquel vino de sus odres


   
 
17
 

Otoño


contemplo reviviendo
nostalgiosas mañanas de un otoño
contagiado de sombra
y gustando en sus grises la pradera
despojando mi vida
como el bosque al follaje fenecido
caminando en la lluvia
que sugiere rigor en sus umbrales
recorren mis sandalias
los senderos de montes que atardecen
descubro las raíces
signo estrecho del hombre ya plantado
añorando la vida
que en rica densidad fuera enterrada
y acaricio la cuna
que algún día será mi propio lecho


   
 
18
 

El camino


soy pobre trashumante
recorriendo sinuosos episodios
mi senda aquel arroyo
que vive entre los montes y los mares
cual pájaro del bosque
yo me entrego a los vientos y a sus alas
cual pez en lo profundo
descubriendo bellezas escondidas
en clara desventura
resguarda ese escondite su esperanza
la vida en soledad
encuentra la piedad en su vacío
cuán grande la distancia
y empinada la ruta de los cielos
bendita la jornada
que se acerca a la puerta de su ágape


   
 
19
 

El secreto


la vida serpentea
y gusta deambular en pedregales
buscando su horizonte
en portales de sol anochecido
celoso aquel sendero
cuya estrella enriquece mis razones
de página encendida
cobijada por techo dadivoso
yo vivo entre los hombres
y gimiendo a la par de mi carrera
descubro sedentarias
las legítimas voces que decantan
y guardan mi secreto
en misterio recóndito del monte
me recuesto en la cima
y descubro la hondura del silencio


   
 
20
 

Felices aquéllos


Naciendo amanecen las flores del día
que anuncian bellezas y entonan fragancias
diciendo a los hombres que pobres padecen
la gloria que vibra y muestran su danza
felices las aves que intrépidas vuelan
buscando su altura que ofrece bonanza
y hallando el descanso que anhelan sedientas
en cofre secreto cristal de palabras
el canto silvestre proclama su acorde
en voz de esas aves que esbozan plegarias
y el aire que es brisa y es viento y bucea
senderos ocultos envueltos en ramas
el astro fulgente derrama sus rayos
y otorga el calor que ameniza la calma
furtivo se muestra en la sed del ocaso
que llora fulgores y aguarda su gracia


   
 
21
 

La portentosa luz


Si pudiera encender una llama
en la noche y su llovizna
y pudiera cantar el silencio reinante

si quisiera beber en manantiales
que florecen los montes y la verde pradera

si pudiera expresarme en la nostalgia
y revivir las horas que he soñado

el sendero es angosto
la pendiente crecida

y esa luz portentosa
y mi alabanza


   
 
22
 

Oigo la sombra


Oigo la voz de quien en su atropello
perdió la senda y se guardó en la flora
que sin saberlo cobijó su hora
y pudo dar un singular destello

que en esa tarde de un ocaso bello
pude encontrar aquella luz que aflora
para indicarle a quien su tiempo llora
feliz la senda que entregó su sello

y agradeciendo su vital fortuna
escribió notas cuyo canto ansía
escalar vientos y en creciente luna

beber la fuerza que en el monte había
cuando en la sombra cosechó la tuna
que alimentara aquella sed que ardía


   
 
23
 

El dique


Eres el cuenco en que las gotas
se han congregado y construido aquel espejo
donde descienden las canoas
y humedeciera aquella sombra que amanece
cuando las aves sobrevuelan
para posarse en esas aguas que protegen
aquel caudal del que sediento
necesitara para arder su campo verde
él alimenta con sus aguas
a la ciudad que allí plantada se guarece
debió sufrir la sed profunda
hasta alcanzar aquel manjar del que apetece
para poder correr sus pasos
y navegar entre peñascos y corrientes
y cavilar en sus angustias
que desfiguran a los hombres con su fiebre
he de cuidar yo de aquel dique
que me enseñara solidario lo que bebe
el peregrino que allí pasa
y cada nombre que en su espacio se estremece


   
 
24
 

Cuando anochece...


El Señor que cobija mis recuerdos
conquistó su verdad
redimió su silencio

desbordó con su gracia mi penumbra
porque todo me habla
de quien supo brindarme una luz y un espejo
que
irradiando
cambió aquellos vestigios de hojarasca
y me dio una memoria inabarcable

por que pueda olvidar, cuando anochece


   
 
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Parto de amor


He cubierto distancias en mi senda
y he podido sortear toda cizaña
refugiando mis ojos en la cumbre
y orientando mis pies a la cascada
por querer contemplar aires nevados
y beber en el agua iluminada
y poder descubrir esos anuncios
que define mi sueño en la mañana
recorrí los caminos que en el Verbo
se mostraran viviendo mi nostalgia
y pudieran llevarme jubilosos
a melódicos tiempos de la gracia
que el divino pastor me concediera
compasivo en las horas de añoranza
donde el sol se escondiera tras las nubes
y clamara el zorzal por su baguala
y he podido verter el agua pura
que en un parto de amor fuera engendrada


   
 
26
 

Yo sé que en una tarde...


Yo sé que en una tarde
reflejada en espejos de un arroyo
culmina aquél vestigio
del astro reluciente
que inaugura la voz de la mañana
y duerme en el recinto
de la noche cargada de misterio
que me abisma en su sombra
con la paz y el silencio que contempla
los acordes del mar
la faz de los relámpagos
el murmullo nocturno de las aves
el grillo cancionero
y la vida que emerge en sus raíces
...
descalza aquella tarde
que resigna su tiempo
por beber la nobleza de la noche
y ensayar el reposo
de la febril jornada
deletreando los rayos
mortecinos del día en el ocaso


   
 
27
 

El proverbio de Dios


Sé que no puedo comprender
aquel espacio indescifrable del misterio
porque tan sólo el creador
puede llegar hasta la esencia de su Verbo
el alma aguarda en plenilunio
adivinar la luz del astro en su velero
y recibir haces de gracia
que le realcen los matices de su estrecho
nadie en la tierra supondría
arrebatar en pie descalzo el ventisquero
o descubrirlo en su montaje
dando tan sólo algunos pasos y pequeños
sé que es posible al ojo humano
aprisionar aquellos riesgos de un estreno
donde una extraña juglaría
sólo propone su canción en el silencio
que acompasado con la ausencia
ha desplegado sutilezas de un concierto
pero impotente aquel sonido
en lo más íntimo no alcanza el pensamiento
que sólo late en aquel rostro
cuya mirada me fascina en mi desierto
hasta lograr aquel deseo
de plenitud que es posesión de su proverbio


   
 
28
 

El canto de los surcos


Anduve en surcos cuya voz fue el canto
y sé del canto que en el surco nace
al dar la vida por el que renace
en nuevas mieses que añorara el canto

cubro mi piel si me estremece el canto
con el aroma de la flor que nace
de aquel vergel que en soledad renace
y unió fragancias en supremo canto

vibra en la tierra la matriz preciosa
que se engalana con su seda pura
y vivió en cauce que sembró su rosa

toda la tierra en su feliz ventura
entona salmos porque el hombre goza
aquel misterio de su voz madura


   
 
29
 

La perla preciosa


La perla que me fue dada
exige su tiempo en vela
para proteger su brillo
y cuidar de su pureza
ella nace sin saberlo
escondida en una celda
y va creciendo hasta el día
en que un hombre allí la encuentra
es pobre en su pequeñez
y rica flor de mi huerta
no busca mostrar su estilo
y sólo acude a la fiesta
de quien quiere arrebatarla
del silencio que amedrenta
para poder enseñarla
al experto en esa tela
sabiendo que ha de velar
en su frágil carretera
para no quebrar su piel
ni rechazar su silueta
que al ser tan pequeña y débil
mucho trabajo le espera
contemplarla sin llorar
la muerte que ella exigiera

 
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porque nació para dar
la vida en su propia cuesta


   
 
31
 

Este fuego...


Es el fuego la llama del Espíritu
que en la noche me entrega su brasada
y vuela revelando mi inocencia
con los dones que alumbran lo que canta
es el fuego crisol que purifica
y es lugar que pronuncia lo que salva
el signo del amor que trinitario
en humilde persona se encarnara
para luego anunciar desde sus labios
la verdad y la vida que se explayan
en recintos que guardan su belleza
y proclaman sus cantos que son agua

Espíritu de Dios que te abajaste
a morar en el hombre dando alas
que permitan volar hacia el misterio
brotándolo en la luz de la mirada
para un día ingresar en ese cuenco
cuya voz infinita está postrada
para dar gloria a Dios suprema fuente
de luz, clamor, belleza, paz del alma...


   
 
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En la marcha


No pude ver aquel camino
que transeúnte de mis viajes yo buscara
pues conocía de sus huellas
y matorrales que a su vera se albergaban
he recorrido polvoriento
aquella senda que me diera la mañana
y no he logrado asir la meta
que el vagabundo en sus afanes me mostraba
yo he caminado en el silencio
arrebatando la amplia luz de la palabra
que me encendiera en su misterio
y a descubrirla en su recinto me invitara
supe mirar con nuevos ojos
aconteceres que en mi tiempo resguardara
y comprender que en mi aposento
el ademán de una voz nueva se instauraba
quise vivir horas de cielo
y me introduje en lo profundo de esa trama
que entre penumbras y reflejos
va serpenteando por hallar lo que soñara

vivo feliz en tierra virgen
que no conoce pero aguarda allí sembrada
la excelsitud del tiempo nuevo

 
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que he de gozar como del pan en sus migajas


   
 
34
 

La escucha


Escucho hablar de intimidad del cielo
a quien creyendo recogió en su llano
cristales puros que mi frágil mano
pudo ofrecerle con inmenso celo

intimidad es la amistad que anhelo
con quien me diera su candor temprano
en esa gracia del amor que sano
me protegiera del fugaz desvelo

entono salmos con mi voz alada
al ruiseñor que conquistó mi senda
y ha requerido mi gentil tonada

para cantar en mi pequeña tienda
aquella gloria que entonó pausada
mi humilde voz en singular molienda


   
 
35
 

La vida


Sé que la vida en sus telares
va donando aquella ofrenda
y va ofreciendo aquel secreto
que desde el hombre se hace cuenco en su visita
el vagabundo en sus andares
o aquel enfermo cuya fiebre lo calcina...
...
sé que la vida es un regalo
dado por Dios que de su ser nos participa
para beber de su existencia
hasta encender haces de luz en la alegría
la humanidad vive su tiempo
regocijándose en la paz mientras aspira
a contemplar aquel misterio
donde el Señor su trascendencia nos propicia
corro veloz entre los bosques
inaugurando el nuevo sol que me cobija
cada mañana con su sombra
y con destellos que susurran y amenizan
todo el ardor de la jornada
y las tareas que a los hombres plenifican
la vida expresa en el amor
la augusta gracia de su fuerza contenida
diseminando por el mundo

 
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crucial riqueza donde arraiga y se encamina


   
 
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Murallas del mar


Contemplé las murallas que enmudecen
ensambladas en blancos ventisqueros
y aquel mar que sereno se ha mostrado
cual alfombra que baña mis ensueños
caminé con mis ojos ese espacio
y aspiro soledad en su silencio
visitado por pájaros que esperan
solamente por ver aquel estreno
y pude percatarme en lontananza
de islotes que declaran en su gesto
la lejana matriz de aquella estampa
cincelada en la luz del alfarero
y en postrada quietud sigo la senda
que me lleva a palpar lo que presiento
salmodiando en la sombra de la tarde
y clamando por ver lo que celebro
cuando escucho las notas esparcidas
en la arena inaudible del desierto


   
 
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Audacia


Canto a mi Padre que en la gloria
eternamente mi existencia concebía
y en su infinito pensamiento
ardía la sombra de su luz que encandecía
él me miraba en su ternura
y con su diestra acariciaba mi fatiga
que en una tarde de mi tiempo
apareciera con las coplas de su brisa
y desde siempre en sus entrañas
he palpitado su mirada en mi pupila
y he cobijado aquel misterio
de tanto amor que en mi figura se mecía
no pude verlo como fuera
pero yo sé que mi presencia apetecía
y fui llamado en su designio
y preparada la misión que él pretendía
la misteriosa comunión
que con el Padre desde siempre fue vivida
pasó por siglos de silencio
hasta que yo pude beber mi propio día
y ya en el aire de la gracia
me hizo consciente de la paz que entretejida
en los jalones de la tierra
fue aquella paz que en mis sentidos florecía

 
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por ser el hijo que en el Hijo
pudo clamar por el Espíritu encendida
tú eres mi Padre soberano
el Abbá fiel que me estrechara con su vida
he sido el hijo más pequeño
para poder introducirme en esa herida
que hubo nacido por amor
como alimento que el pelícano encendía
porque la sangre de mi Padre
se fusionaba con la sangre que es la mía
el Padre y yo ya somos uno
en aquel Verbo que esmaltaba lo que hacía
y me llevó con su palabra
hasta beber la voz del Padre que hoy es mía.

Canto a mi Dios en estas letras
que sólo saben ofrecer agradecidas
suprema gloria y alabanza
a quien su sangre entró en mi cuerpo que nacía


   
 
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