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Prólogo del autor


"Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio a todo creatura" nos dice Jesús. Este anuncio es un imperativo para la Iglesia del Señor. Todos como Iglesia debemos anunciar los secretos del Reino de Dios. Hay muchos medios de Evange lizar y muchos medios modernos de comunicación y Anuncio. Entendiendo que el Evangelio es poesía, porque es suprema expresión de la Belleza de Dios y toda poesía canta las diversas formas de belleza que encierra nuestro Creador, he pensado que el Evangelio de Jesús bien puede presentarse en las poesías que ten go el gusto de ofrecer en esta publicación. Mu chas veces en la historia se ha procedido de manera similar. Lo que encierra este libro es un poema que consiste en un compendio de todo el Evangelio y varias poesías más cortas que son diversos relatos del mismo. Entiendo que esta publicación encierra un con te nido catequístico y bien puede ser un medio para ser utilizado en distintos momentos

 
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y espacios de oración y reflexión individualmente o en grupos. Pongo en manos del Padre Celestial, por mediación de Jesús este sencillo trabajo y le pido a María que sea de utilidad para mis hermanos en la fe, y animados por el Espíritu, con quienes vivimos anhelando descubrir el secreto del Amor de Dios y su infinita misericordia. Dedico esta pequeña obra a Nuestra Madre María del Rosario de San Nicolás, con inmensa gratitud en el 25 aniversario de su primera manifestacion.


   
 
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A Jesús el Señor

Mt. 9, 35 - 38


I
Oh! Jesús que presente entre nosotros
nos enseñas a orar en todo tiempo
deseando que encontremos para siempre
la razón de vivir en tu sendero.

Oh! Señor que nos muestras el Camino,
y nos haces gozar en este suelo
del Amor que nos brindas como Amigo
para ser al final tus herederos.

Nos dejaste un regalo sin fronteras
instaurando la Gracia de tu Reino
que permite al andar por sus caminos
descubrir la belleza de tu Cielo.

II
Tu vida nos ofreces Bondadoso
y nos pides vivir en el Misterio
del Amor infinito que nos brindas,
al donarnos con gozo tus secretos.

Tu Amor es compasivo con los hombres
y del Padre nos muestras el sendero;

 
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en la Casa Paterna las moradas,
son muchas y nos llaman a su techo.

Hoy nos pides Jesús que te sigamos
en medio de las pruebas y el silencio,
sabiendo que la Gloria venidera
será el punto final de este destierro.

Para siempre nos donas tu amistad,
cual cauce del amor y bebedero
donde el Padre se expresa plenamente
por ser vida del Hijo primogénito.

III
Tu Gracia nos desborda en su grandeza,
aceptaste la Cruz, glorioso precio
de la acción redentora que anunciaste
cuando el Padre quebrara nuestro asedio.

A tu Madre, por fin quisiste darnos
para que Ella nos diga sus deseos;
es la Madre feliz de todo hombre,
heredada en la Cruz del Hijo Bueno.

 
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En la Iglesia Pascual que tu fundaste
nos pides que vivamos como Cuerpo.
Indicas el Amor como camino
reclamando servir al más pequeño.

Te alabamos Jesús y damos gracias
Tu quisiste ser siempre Amigo nuestro
hoy nos das el regalo de tu Vida y
mañana el descanso de tu Cielo.


   
 
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A la Santísima Virgen María

Lc. 1, 46 - 48


I
Virgen Pura sin mancha de pecado
Esposa del Señor que te ha elegido
para ser de Jesús Madre Amantísima
y cuidar a los hombres como hijos.

Es el Padre el que quiere enriquecerte
como Madre castísima de Cristo
con gracias y virtudes que se engarzan
en tu vida a manera de racimo.

Tu amor es el que tienes por ser Madre,
tu belleza es regalo del Altísimo.
Tu limpia Concepción se te ha donado
para ser la Morada de tal hijo.

Hoy tu Dios se recrea al contemplarte
y tus hijos te cantan con cariño
descubriendo en tu vida maternal
la misión que se enmarca en un designio.

II
Eres Reina de todo lo creado,
Medianera de Gracia ante tu Hijo,

 
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Abogada de quienes te confían
su vida, su dolor y su destino.

Eres Puerta del Cielo para el hombre
y Morada de Dios para tus hijos
eres límpida Estrella que ilumina
y seguro sostén del peregrino.

Santa Madre de Dios te proclamamos
Lucero que señalas un destino.
Guardiana del que pierde el horizonte
consuelo del que expresa su gemido.

Auxilio del que sufre sus temores
Esperanza en la angustia de tus hijos,
Refugio de quien llora sus pecados,
Consejera del hombre descreído.

Eres Madre de Dios y de los hombres
gozamos por tu amor inmerecido
llévanos de tu mano aquí en la tierra
para saber buscar al Infinito.

 
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III
No nos dejes caer en tentaciones
combate con afán nuestro egoísmo
concédenos gustar y buscar siempre
el tesoro que Dios nos ha ofrecido.

Congrega nuestra vida en la unidad
comforme lo pidió tu Hijo Divino
que al vivir como miembros de la Iglesia
vivenciemos el Reino que es de Cristo.

Danos capacidad de misioneros
que anuncian al Señor que ha preferido
inundar con su gracia a los humildes
llamando a conversión al engreído

Danos Madre la dicha de ser dóciles
a tus sabios y múltiples pedidos,
que brindemos con gozo tu enseñanza
sin caer en conducta de mezquinos.

Tu Puro Corazón se nos ofrece
como propia Morada de tus hijos

 
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a él nos consagramos en la vida,
condúcenos al Cielo prometido.

IV
Entregaste a Jesús en un portal
lo seguiste ofreciendo al desvalido
y lo diste por fin en una cruz
donde a Juan lo recibes como hijo.

A la Gloria subiste con tu cuerpo,
desde allí comunicas el designio
que Jesús desde el Padre nos ofrece
para hacernos del Reino sus testigos.

Es muy grande el misterio de tu vida
y muy simple el andar que has elegido
solamente confiaste en tu Señor
y el Espíritu guía tu camino.

Creatura feliz hija del Padre
Madre del Redentor que fue tu Hijo
Esposa del Espíritu Paráclito
vivo Canal de Amor de Jesucristo.


   
 
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El Evangelio de Jesús

Introducción


Este canto surgido de la Fe
nos anuncia la vida del Señor,
el Hijo de Dios Vivo que ha venido
desde el Padre a traer la salvación.

Nuestra simple misión es contemplar
las grandes maravillas que hizo Dios
al donarnos la vida por su Verbo,
y recrearnos en la Redención.

La mirada de Amor que Dios nos tuvo
al darnos para siempre su perdón
debe cambiar también nuestra mirada
para servir a Dios con mucho amor.

María fue elegida por el Padre
para ser Ella Madre del Señor
por eso consintió que en sus entrañas
se encarnara el Divino Salvador.


   
 
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Anunciación

Lc. 1, 26 - 38


Es la Madre de Dios y de los hombres
desde la hora de la Anunciación
el Arcángel Gabriel fue el emisario
que el Señor a María le envió.

La Virgen dijo "sí" al Eterno Padre
que quiso realizar la Encarnación
del Señor, en su seno inmaculado,
a través del Espíritu de Amor.

Ese Hijo hecho hombre fue Jesús,
Luz y Vida, Camino y Redención;
se hizo semejante a nuestra vida
para darnos un nuevo corazón.


   
 
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Visitación

Lc. 1, 39 - 56


Llena de la alegría de ser Madre
de quien fuera por siempre su Señor
corrió por las montañas jubilosa
a contar a Isabel esta misión.

"Dé dónde a mí que venga a visitarme
la que es Madre feliz de mi Señor?
Bendita eres entre las mujeres
y Bendito es el fruto de tu amor".

Esto dijo Isabel viendo a María
y al instante la Virgen respondió:
"Mi alma canta la Gloria del Eterno
y mi ser se estremece en mi Señor"

"Porque quiso mirar mi pequeñez
y sólo en la pobreza se fijó;
hizo en mí maravillas el que es Sabio,
Poderoso y Santísimo Señor".

Su gran Misericordia se proyecta,
por siglos en el pueblo que eligió;
manifestó la Fuerza de su Brazo,
y a todos los soberbios dispersó.

 
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Sacó a los poderosos de su trono
y exaltó a los más pobres por amor.
A los hambrientos los colmó de bienes
y a los ricos vacíos despidió.


   
 
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Nacimiento

Lc. 2, 1 - 20 // Mt. 1, 18 - 25


Cuando llegó la hora de ser Madre
dio a luz a su Hijo, el Hombre - Dios,
lo envolvió con ternura entre pañales
y en humilde pesebre lo acostó.

Llegaron los pastores presurosos,
en respuesta al anuncio que se oyó
y vieron a la Madre con el Niño
unidos a José en esta Misión.

Multitudes de Ángeles cantaron:
"Gloria a Dios, el Eterno Creador,
y en la tierra a los hombres que Dios ama
los inunde la paz que Él conquistó".

María, contemplaba en el silencio,
meditando en su humilde corazón,
todas las maravillas que veía,
flores gratuitas del jardín de Dios.


   
 
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Vida oculta

Lc. 2, 51 - 52


Jesús vivió gozoso en Nazareth.
a José y a María obedeció.
Oraba y trabajaba unido al Padre;
creció en edad, en gracia y en amor.

La Madre contemplaba siempre al Hijo
a la luz de la Fe que recibió.
Esclava por amor se había llamado
y a Jesús desde entonces lo sirvió.

José vivió entregado a la tarea
de cuidar el hogar que recibió;
y sirviendo a la Virgen y a Jesús,
en todo tiempo su misión cumplió.


   
 
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Vida Pública

Mc. 1, 14 ; 13


Cuando llegó el momento de Jesús,
el tiempo de anunciar la Salvación,
dejó su casa y a su Madre en ella
y hasta el río Jordán se dirigió.

El Bautista, lo presentó a la gente
y también a Jesús lo bautizó;
el Padre reveló a su propio Hijo
y el Espíritu allí lo consagró.

Jesucristo anunció la Buena Nueva
y a través de milagros demostró,
que en su Persona Dios nos visitaba
y ofrecía su vida en oblación.

La Palabra que el Verbo proclamaba
fue el Evangelio de la Salvación:
Misericordia y paz, gozo y confianza,
son los dones del Reino que instauró.

Nos dio su Vida junto a su enseñanza,
que en el Sermón del monte compendió;
parábolas, discursos y milagros
proclamaron del Reino la lección.

 
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El vino a congregar a su Rebaño
y a conducirlo como Buen Pastor;
formando la unidad con las ovejas
que el Padre en sus designios le confió.

Él buscó a la oveja descarriada,
mostrando su infinita compasión
y alimentó al Rebaño con su Vida,
expulsando al malvado salteador.

Con paciencia el Señor tuvo piedad
de todo el que buscara su perdón;
en todo nos mostró misericordia
y a los más pecadores mucho amó.

Él no vino a salvar a quien es justo
sino al que se conoce pecador.
No vino a dar salud al hombre sano
sino al que llora por su gran dolor.


   
 
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Caná

Jn. 2, 1 - 11


Se hicieron unas bodas en Caná.
Un clima muy festivo se vivió.
Jesús y los Apóstoles estaban
con María gozando esa reunión.

De pronto faltó el vino en esa fiesta
y María al Señor se lo confió;
Jesús le respondió que todavía
Su hora tan ansiada no llegó.

Su Madre, interpretando esas palabras,
a todos los sirvientes convocó
y les dijo que hicieran lo que Cristo
decidiera expresar en la ocasión.

Allí cambió Jesús el agua en vino;
fue el primer signo que nos reveló
a instancias de María Medianera,
ante el Nuevo y Eterno Mediador.

Los Apóstoles vieron la señal
que realizara nuestro Salvador,
creyeron con firmeza en su Maestro
y adhirieron a Él de corazón

 
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Con gran frecuencia, Cristo, se alejaba
de quienes lo buscaban con ardor;
pasaba largas horas en el monte,
orando a solas con su Padre Dios.

En diálogo profundo alimentaba
su relación filial que lo llevó
al contacto incesante con el Padre
para vivir el gozo de esa unión.

Así vivió Jesús entre los suyos,
a todos hizo el bien con gran amor,
y el Padre de los Cielos a los hombres
en su Hijo querido se mostró.


   
 
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Entrada en Jerusalén

Mc. 11, 1 - 11 // Jn. 12, 12 - 15 // Lc. 19, 29 - 38 // Mt. 21, 1 - 9


Era la fiesta grande de la Pascua
y Jesús aclamado Hijo de Dios
triunfalmente ingresó en Jerusalén
como Rey victorioso y salvador.

El pueblo que ese día con las palmas
al que es Rey de los hombres aplaudió,
también con gran dolor y con sorpresa,
poco tiempo después lo condenó.


   
 
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Última Cena

Jn. 13, 1 - 20 // Mt. 26, 26 - 29 // Jn. 17 // Mc. 14, 22 - 25 // Lc. 22, 19 - 20


Al final llegó el día de Jesús,
de entregarnos su Vida en donación
y en la Cena Pascual con sus discípulos
el Divino Maestro se reunió.

Allí lavó los pies como el que sirve
entregó el mandamiento del Amor.
Cambió el pan en su Cuerpo que da Vida
y su Sangre en bebida transformó.

Realizó su oración de sacerdote,
nos urgió a vivir en comunión,
porque en ese gran signo se vería
la Presencia palpable del Señor.

Así se realizó la nueva Pascua
y cuando ya la cena terminó,
Jesús se despidió de sus amigos
y con ellos al monte se marchó.


   
 
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Getsemani

Mt. 26, 30. 36 - 46 // Jn. 18, 1 // Mc. 14, 26. 32 - 42 // Lc. 22, 39 - 46


Ya sólo con el Padre en esa noche
donde su vida hasta el final nos dio,
se dispuso a entregarse para siempre
y en el huerto, rogando se postró.

Por su mente pasaron los tormentos,
con los cuales ganó la Redención,
y el sudor de la sangre aparecía
como viva expresión de gran dolor.

Dijo con humildad al Padre Eterno:
"si es posible que pase esta aflicción,
pero no se realice lo que quiero
sino tu Santa Voluntad Señor".

Encontró a sus discípulos dormidos,
les pidió vigilancia y oración,
y les dijo que ya daba comienzo
el camino cruel de su Pasión.


   
 
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Vía Crucis

Mc. 15, 21 - 22 // Jn. 19, 17 // Mt. 27, 32 - 33 // Lc. 23. 26, 33


Las palabras que expresen cabalmente
los horribles tormentos del Señor
mientras iba viviendo el Vía Crucis
en sangriento sendero de dolor.

Como oveja llevada al matadero
vivió Jesús su gran humillación,
tratado con maldad como culpable
por pecados que nunca cometió.

Salibazos, insultos, duros golpes
por nosotros sufriendo recibió,
una hiriente corona en su cabeza
los verdugos clavaron con furor.

Fue condenado a muerte el que es la Vida,
fue víctima del odio el que es Amor,
debió llevar la Cruz que nos ganara
a nosotros la eterna Redención.

El pueblo al que Jesús tanto bendijo
pidió su muerte como malhechor,
sólo quiso matarlo en una cruz
desfigurado y lleno de dolor.

 
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Jesús cargó la cruz hacia el calvario,
por tres veces al suelo se cayó.
La Verónica al ver su rostro en sangre
lo secó con extrema compasión.

Simón, el Cireneo, fue exigido
a llevar el madero salvador
pero pronto dejó de acompañarlo
y de nuevo Jesús solo quedó.

Las piadosas mujeres contemplaban
la sangrienta pasión de su Señor;
Cristo las animó a llorar sus culpas
y a confiar en la Gracia que les dio.

María fue al encuentro de su Hijo,
se miraron, callando su dolor,
la Madre sin consuelo lo observaba
y el Hijo con Amor la cobijó.


   
 
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Calvario

Mt. 27, 33 - 38 // Jn. 19, 17 - 24 // Mc. 15, 22 - 27 // Lc. 23, 33 - 34


Llegados al Calvario fue clavado
Jesús en el madero que llevó.
Levantaron la cruz y a sus costados
a dos ladrones se crucificó.

"Hoy estarás conmigo allá en el Cielo",
le dijo respondiendo al buen ladrón.
Sintió la lejanía de su Padre,
y en su gran soledad se estremeció.

"Tengo sed" pidió Cristo a sus verdugos
y le dieron vinagre en su dolor.
Mirando a los soldados, rezó al Padre:
"Perdónalos, por ellos muero Yo".

Mirando a su discípulo dilecto
y a María en paciente aceptación
dijo: "Oh, Madre, aquí tienes a tu hijo"
y a Juan: "Ella es tu Madre desde hoy".

Al llegar al final de su tormento:
"en tus Manos oh! Padre mi oblación.
Te encomiendo mi espíritu de Hijo
y te ofrezco este acto redentor".

 
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Así donó su vida el que es la Vida
exclamando con una fuerte voz:
"todo está consumado en esta hora"
y al instante su espíritu entregó.

Sangre y agua brotaron del costado
cuando el soldado hirió su corazón.
El centurión reconoció al Maestro
al Mesías que al pueblo rescató.

Lo bajaron más tarde de la Cruz
y en brazos de María descansó.
Fue sepultado en un sepulcro nuevo
y una piedra en la entrada lo cerró.

Una larga vigilia comenzaba
en los seres queridos del Señor.
La tristeza embargaba sus espíritus,
la esperanza con duda se mezcló.


   
 
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Resurrección

Mt. 28, 1 - 8 // Jn. 20, 1 - 2 // Mc. 16, 1 - 8 // Lc. 24, 1 - 3


En las primeras horas del Domingo
Jesús desde la tumba resurgió
lleno de Gloria, quien venció al pecado
a la muerte también la sometió.

Se encontró ya triunfante con su Madre.
Magdalena también lo contempló.
Sus discípulos llenos de alegría
vieron que de verdad resucitó.

Durante cuarenta días el Maestro
ante muchos testigos se mostró
dándoles la certeza de su triunfo
y animando a seguirlo en la Misión.

Nos invita a vivir en la Esperanza
por la victoria que nos regaló
aguardando también llenos de gozo
la eterna Gloria que nos prometió.


   
 
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Ascensión

Mc. 16, 19 // Hch. 1, 9 - 12


En presencia de múltiples testigos,
el Señor a los Cielos ascendió.
Pidió que se extendiera su mensaje
a los hombres que Él mismo redimió.

El que crea y acepte bautizarse
heredará la Gloria del Señor.
Quien se niegue a escuchar y ser salvado
padecerá su propia negación.

Los apóstoles unidos a María,
se reunieron a hacer larga oración
esperando al Espíritu de Cristo
que fue deseado cual Supremo Don.


   
 
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Pentecostés

Hch. 2, 1 - 4


Cincuenta días luego de su triunfo
el Padre al Santo Espíritu envió.
Era el Espíritu de Jesucristo
que su Obra llevó a la perfección.

Como lenguas de fuego que iluminan
el Espíritu Santo descendió.
En medio de un gran viento fue palpable
la Divina Presencia de su Amor.

Los Apóstoles vieron el misterio
que de cerca el Señor les regaló,
entendieron que allí Jesús quería
llevarlos a vivir en comunión.

También quiso enseñarles a entender
las palabras que Él mismo les habló,
pero que ellos no habían entendido
en toda la riqueza de su don.


   
 
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Misión de la Iglesia

Hch. 2, 12 - 36


Y la Iglesia fundada por Jesús
pudo vivir su peculiar Misión
porque estaba animada desde adentro
por el Santo Paráclito que es Dios.

Los Apóstoles llenos del impulso
y la luz que el Espíritu les dio
salieron a anunciar por todas partes
el Misterio del Reino del Señor.

Hablaron de Jesús como testigos
de su Muerte y su triunfo Redentor
realizaron milagros con los dones
que Jesús, para obrar, les entregó.

La Iglesia que naciera del Costado
de Cristo, su Divino Fundador,
fue dócil al Espíritu Divino
que con sus Dones la capacitó.

Anuncia el Evangelio a todo hombre
que busca de verdad la salvación,
le ofrece los canales de la Gracia
y lo lleva a vivir en santa unión.

 
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La Iglesia Evangeliza como Cristo
y debe cumplir siempre su Misión,
porque el mundo creado por el Verbo
necesita vivir su Redención.

Este canto surgido de la Fe
quiso narrar la Vida del Señor
para que conociendo su Enseñanza
vivamos una nueva conversión.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu
que viviendo en eterna comunión
nos hacen contemplar la Obra creada
con la Luz que nos da la Redención.


   
 
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La conversión de San Pablo

Hch. 9, 1 - 9


Saulo de Tarso recorrió en su vida
un camino de entrega a su Señor,
al comienzo viviendo con su pueblo
las leyes que Yahvé les entregó.

Fue celoso guardián de aquellas leyes
que vivió con entera devoción
y también ha querido que con ellas
todo el pueblo adorara al que es su Dios.

Fue un perseguidor de los cristianos
negando a Jesucristo el Salvador
y encerrando en la cárcel a quien fuera
convencido testigo del Señor.

Un día le pidió a los dirigentes
de su pueblo judío la ocasión
para encontrar cristianos en Damasco,
y llevarlos después a la prisión.

Mientras iba en camino hacia su meta
que por odio profundo recorrió
el Señor que lo había ya elegido
de modo singular, se le mostró.

 
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Una luz muy potente desde el Cielo
sobre Saulo con fuerza descendió,
la misma lo tiró de su caballo
y a sus ojos también encegueció.

Una voz firme y dulce pudo oir:
"Saulo, Saulo porqué tu corazón
me persigue sin tregua en mis creyentes
sin mirar su divina vocación".

"Quien eres Tú Señor, respondió Saulo.
Soy Jesús el Divino Salvador,
Aquel a quien persigues vanamente
y dando coses contra el aguijón".

"Levántate muy pronto desde el suelo
y entra en la ciudad que te espero
allí se te dirá lo que has de hacer
para vivir así tu conversión".

Saulo se levantó pero sus ojos
estaban totalmente sin visión.

 
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Entró en Damasco taciturno y pobre
esperando entender lo que ocurrió.

Durante tres días se quedo callado,
sin ver y sin comer, en reflexión;
sólo intentaba asimilar los hechos
queriendo descubrir la Voz de Dios.

El Señor al discípulo Ananías
a conversar con Saulo lo envió
para darle la paz que precisaba
y enseñarle su próxima misión.

"Saulo es un instrumento señalado
para llevar al mundo salvación
yo le mostraré como enseñanza
cuanto debe sufrir por la misión".

"Él tendrá que llevar mi Nombre a todos,
a naciones que ignoran a su Dios
a los Reyes y al pueblo de Israel
a partir de su propia conversión.

 
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Dicho esto, Jesús, a su discípulo,
Ananías muy pronto se encontró
con Saulo que esperaba su visita
porque en una visión lo conoció.

Ananías fue pronto hasta la casa
donde el futuro Apóstol esperó
y le dijo: "Saulo, hermano mío,
Jesús hoy a tu vida me envió".

Ese mismo Jesús que contemplaste
desea que recobres la visión
y tu vida se quede desbordando
al Espíritu Santo que es Amor.

A partir de este encuentro venturoso
Saulo recuperó plena visión
y entregando su vida para siempre
con mucha Fe, también se bautizó.

Y Pablo fue su nombre desde entonces
Apóstol de Jesús, que lo llamó
a esgrimir la palabra como espada

 
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y a ser testigo fiel del Redentor:

"Ya no vivo yo como hombre viejo,
es Cristo quien llenó mi corazón".
"Hay de mí si no anuncio el Evangelio"
proclamando su Reino Salvador.

Para siempre el Apóstol de las gentes
en sus viajes a Cristo proclamó,
lleno de la abundancia del Espíritu
su vida en el martirio derramó.

Feliz de ti por siempre Apóstol Pablo,
fiel amigo de Cristo y portavoz
te bendicen los Cielos y la tierra
como columna que el Señor nos dio.


   
 
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La conversión de Zaqueo

Lc. 19, 1 - 10


Mientras Jesús andaba recorriendo
los pueblos que debió evangelizar,
sembrando la verdad de su Palabra
y milagros que muestran su Bondad,

Zaqueo se admiró de lo que oía
acerca de Jesús y de su obrar
resolvió caminar hacia su encuentro
deseando conocerlo y escuchar.

Porque era pequeño de estatura
resolvió sobre un árbol aguardar,
el paso de Jesús que era seguido
por una multitud que ansiaba paz.

Al pasar frente al árbol señalado,
el Señor suspendió su caminar
y mirando a Zaqueo atentamente
le expresó su intención de conversar:

"Zaqueo baja pronto de ese árbol
porque quiero en tu casa hoy parar
dispone la comida de este día
aguardando un encuentro de amistad".

 
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Zaqueo bajó pronto y fue corriendo
hasta su casa para preparar
gozoso la visita del Señor
que dispuso en su casa descansar.

Muchos lo criticaron a Jesús
por ir hasta esa casa sin mirar
que Zaqueo era un hombre pecador
y a Jesús no era digno de albergar.

Sin embargo el Señor había anunciado
que no vino a los justos a salvar
sino a dar el perdón al que ha pecado
y también al enfermo a confortar.

El encuentro de Cristo con Zaqueo
puso de manifiesto la bondad
de Jesús que no mira la miseria
sino la urgencia de poder salvar.

Embargado de gozo ante el Maestro
Zaqueo descubrió la Voluntad

 
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de Jesús que quería convertirlo,
en discípulo fiel de la Verdad.

Allí se resolvió de corazón
a entregar de sus bienes la mitad,
a los pobres que hubiere en su camino,
para darles un claro bienestar.

También él resolvió que a sus hermanos
a quienes decidió perjudicar
devolvería lo que había robado
agregándoles cuatro veces más.

Y Jesús respondió ante sus palabras:
"Hoy llegó a esta casa sin dudar
la salvación que el Padre ha regalado
a los hombres de buena voluntad".

Y Jesús continuó su comentario:
"También él es un hijo de Abraham.
El Hijo de Dios Vivo sólo quiere
lo que estaba perdido rescatar.

 
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Zaqueo se llenó de inmenso gozo
Al recibir de Cristo la Amistad,
el perdón de sus culpas y el llamado
a vivir el secreto de la paz.


   
 
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La mujer pecadora

Jn. 8, 1 - 1


I

Una vez un sencillo fariseo
invitó a Jesús hasta su casa
disponiendo ofrecerle una comida
para escuchar de cerca su Palabra.

Jesús con sus apóstoles dispuso
visitar a quien tanto lo esperaba
para darle respuesta a su inquietud
y dejarle después una enseñanza.

Mientras ellos comían en familia
el dueño de la casa celebraba
el momento que tanto había deseado
y al Señor su alegría le expresaba.

II

Una gran pecadora se enteró
que Jesús se encontraba en esa casa
y con fuego de amor hacia el Mesías
decidió con firmeza y con audacia,

 
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dirigirse a la casa humildemente
y forzar el encuentro que anhelaba
sabiendo que el Señor escucharía
el deseo profundo de su alma.

Con tímida actitud llegó confiando
e ingresó decidida hasta la sala
donde Cristo y los otros comensales
admirados la escena contemplaban.

III

Al estar ya delante de Jesús
gozo y pena alternaban en su alma
el gozo por estar junto al Señor
y el dolor por las culpas que lloraba.

Pero llena también de gran confianza
en Aquél que su Amor le prodigara
se puso de rodillas junto a Cristo
regando con sus lágrimas amargas

los pies de su Maestro compasivo

 
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pues le hacía gozar con toda el alma
del profundo perdón de los pecados
y promesas de andar nuevas etapas.

Con sus propios cabellos la mujer
fue secando las lágrimas que hablan
de su sincero amor como los besos
y el perfume volcado en esa casa.

IV

El fariseo viendo lo ocurrido
no podía entender lo que pasaba:
la actitud compasiva de Jesús
de ofrecer el perdón sin pedir nada.

Conociendo el Señor la desazón
que padeciera el dueño de la casa
le dijo claramente al fariseo:
Esta mujer que llega atribulada

ha mostrado en sus actos mucho amor
logrando que el perdón se le donara;

 
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su humildad fue muy grande ante mis ojos
y solo pretendió la paz del alma.

Ella quiso expresar su gran amor,
por la deuda tan dura que llevaba
a quien le perdonó todas sus culpas,
y la hizo feliz con tanta gracia.


   
 
45
 

Parábola del Hijo pródigo

Lc. 15, 11 - 32


I

A través de parábolas sencillas
que invitan a vivir el Evangelio
Jesús nos enseñó con maestría,
el modo de vivir en su sendero.

Hubo un padre feliz con sus dos hijos
que gozaba en familia del aprecio
merecido por múltiples trabajos
y el amor que ponía en sus desvelos.

Un día le expresó el hijo menor
con extraña actitud en ese encuentro
que pensaba alejarse de su casa
y vivir su experiencia en otro suelo.

A su padre pidió que le entregara
su parte de la herencia que era de ellos
para estar preparado a recorrer
un camino que entonces le era nuevo.

Con profundo dolor oyó su padre
el reclamo del hijo que en su intento

 
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no supo descubrir cuanta amargura
produjo en su familia con su gesto.

II

Su padre le entregó lo que él pedía
y en medio del dolor le dio consejos
intentando que el hijo no olvidara
el amor que en su casa le ofrecieron.

Finalmente se fue buscando rumbos
sin saber de su vida los secretos
y exponiendo sus bienes y persona
a perderlos quizá en algún apremio.

Recorrió los caminos que el capricho
sugería en lo hondo de su pecho
y ya sin acordarse de su casa
ni el amor que viviera en ese techo.

Luego de caminar a la deriva
ya cansado, sin fuerza y sin dinero
consiguió trabajar en una granja

 
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y atender el cuidado de los cerdos.

Comenzó a sentir las privaciones,
tampoco de bellotas era dueño
y atrapado por ese duro transe
comenzó a pensar en su regreso.

III

A sí mismo se dijo con nostalgia:
"en mi casa hay muchos jornaleros
que se sacian de pan todos los días
mientras yo como hijo y heredero

paso hambre por causa de mi culpa
viviendo como un pobre pordiosero
sin que brille en mis ojos otra meta
que morir de dolor, triste y enfermo".

De repente una luz lo hizo pensar:
muy pronto de este sitio yo me alejo;
y a mi casa paterna volveré
expresando a mi padre lo que quiero:

 
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Padre mío, pequé yo contra ti
el amor que me diste no merezco
trátame en tu casa simplemente
como al último siervo de tus siervos.

IV

Con esa decisión se puso en marcha
hasta ver a su casa desde lejos
y también divisar con emoción
la figura del padre en el sendero.

Con profundo dolor e inmenso gozo
lo llenó de confianza aquel momento;
comenzó a correr hacia su padre
sintiendo que sus pasos eran lentos.

Por su parte el padre compasivo
desde siempre pensaba en el regreso
de este hijo querido y extraviado
por distintos y muchos devaneos.

 
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También él apuro su frágil paso
deseando abrazarlo en este encuentro,
y llenarlo de amor en su orfandad
haciendo realidad lo que fue un sueño.

Al final del camino se encontraron
y en un profundo abrazo se entendieron
el que más expresaba aquí su llanto
era el padre gozando del encuentro.

V

El hijo quiso hablar pero no pudo
sus lágrimas llegaban hasta el suelo
y su padre allí sólo decía:
"hijo yo soy feliz por tu regreso".

Que te vistas de gala en esta casa
hoy gocemos la fiesta de este encuentro
colócate de nuevo aquel anillo
que renueva en tu vida tus derechos.

Como padre tan solo puedo amarte

 
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sé feliz en tu casa, es lo que quiero
nunca más te retires de tu hogar
luego de haber sufrido en los tropiezos.


   
 
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La pesca milagrosa

Mt. 4, 18 - 22 // Mc. 1, 16 - 20 // Lc. 5, 1 - 11


I

Luego de estar Jesús con multitudes
los Apóstoles gozan su Palabra
y disponen salir en esa noche
mar adentro a pescar con sendas barcas.

Toda la noche en vela y aguardando
con gran expectativa trabajaban
intentando pescar en abundancia
de acuerdo a la experiencia que gozaban.

II

Fue inútil la tarea que emprendieron,
no existió la cosecha que buscaban
y cansados de no tener respuestas
decidieron volver hasta la playa.

Fue entonces cuando oyeron en la orilla
a Jesús invitando a que tiraran
la red desde una barca a la derecha
y el fruto de la pesca disfrutaran.

 
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Allí Pedro le dijo a su Señor:
"hemos estado aquí hasta la alborada
trabajando con toda nuestra fuerza
pero toda labor resultó vana".

"Sin embargo Señor; si Tú lo dices
las redes echaremos a las aguas"
y Pedro renunciando a su experiencia
sólo escuchó al Maestro y su Palabra.

III

Al instante cumpliendo aquel pedido
se tiraron las redes de la barca
y en un tiempo que fue por cierto corto
algo muy novedoso se observaba.

De repente las redes se colmaron
de una gran variedad no imaginada
de peces que llenaron a las redes
poniendo en gran peligro aquella barca.

Pedro llamó a los otros compañeros

 
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que en un lugar cercano se encontraban
y vinieron gustosos en su ayuda
logrando que la barca se salvara.

IV

Ante el signo tan grande del milagro
Pedro quedó al instante sin palabras
y luego de observar la gran cosecha
contempló al Señor que lo miraba.

V

Mucho más que el suceso milagroso
es el Señor que fue con su palabra
el Autor de esta gracia concedida
y el Amigo que tanto amor derrama.

Pedro ante el Señor quiso postrarse
llorando frente al signo y sin palabras
"Aléjate de mí, le dijo a Cristo,
yo soy un pecador; no tengo nada".

 
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VI

Un silencio muy grande se produjo,
Jesús miraba a Pedro que lloraba
y el Apóstol allí quedó atrapado
por el Amor que Cristo le mostraba.

Un silencio que fue contemplación
el Maestro rompió con su palabra
y le dijo al Apóstol: "desde ahora
tú serás pescador de muchas almas".

Allí Pedro quedó más impactado
por la misión que Cristo le mostraba,
y decidió seguir a su Maestro
dejando ya las redes y la barca.


   
 
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